17 de octubre, Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza
La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) acaba de actualizar el informe de la situación en Europa. Según los datos, la pobreza se ha incrementado en 2021 a raíz de la pandemia y la actual crisis energética.
De hecho, las Estadísticas de la Unión Europea sobre Ingresos y Condiciones de Vida (EU-SILC) informaron que en 2020 había 96,5 millones de personas en Europa en riesgo de pobreza o exclusión social. Esto supone un 21,9% de la población (o aproximadamente 1 de cada 5).
Varios grupos demográficos varían en su vulnerabilidad
Entre las personas con mayor riesgo se encuentran las mujeres y minorías LGBTQ+, jóvenes, ancianos, niños de hogares pobres, hogares monoparentales, inmigrantes, grupos racializados y personas con discapacidad, ya que se enfrentan a múltiples formas de marginación, señalan desde la organización.
EAPN enumera los principales factores desencadenantes. Insisten en que las principales razones son estructurales. El acceso a salarios dignos o niveles de beneficios sociales. Estos, contributivos o no contributivos, cuando se está sin trabajo. A su vez, el acceso a bienes y servicios de coste asequible.
Además, informan de factores desencadenantes:
- Largos períodos de exclusión del mercado laboral
- Bajos niveles de educación
- Ser el único proveedor cuando los costos de vida son altos
- Sufrir enfermedades a largo plazo o condiciones que impidan trabajar o trabajar a tiempo completo o en trabajos bien remunerados
Repercusiones que afectan a la salud
La pobreza tiene repercusiones que inciden directamente sobre la salud. «La pobreza enferma y acorta la esperanza de vida» señalan desde la organización. En la mayoría de los casos, las personas que viven en situación de pobreza no tienen el mismo acceso a atención sanitaria. Desde EAPN informan que las personas en situación de pobreza enferman 2 veces más. Como ya indicamos, las personas sin hogar tienen hasta 30 años menos de esperanza de vida.
Genera estrés y serios problemas de salud tales como problemas gástricos, enfermedades del corazón, hipertensión, trastornos del sueño, o dolores de cabeza. Además, restringe las actividades sociales y culturales. A su vez, impide progresar hacia la capacitación o hacia un trabajo seguro y bien remunerado. «El futuro de los niños está determinado por su origen social, su acceso a ciertos círculos culturales y sociales, así como los medios económicos para continuar la educación superior para acceder al mercado laboral», denuncian desde la organización.