La figura del rastreador se ha convertido en una de las claves para el control de la epidemia de coronavirus en España, una función desempeñada mayoritariamente por profesionales de la Enfermería que, a través de llamadas telefónicas, son los encargados de diseñar el mapa de los contactos de la COVID-19.
En jornadas de 8 horas, estos responsables de la detección, vigilancia y control de la COVID-19, su nombre técnico, realizan cientos de llamadas para tratar de completar el puzle de todos los contactos que ha tenido una persona recién diagnosticada desde las 48 horas anteriores a la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad.
Alicia Márquez, enfermera en Lleida, ha explicado a Efe que en su centro se han realizado, sólo en la mañana de este lunes, unas 150 llamadas telefónicas de control a pacientes con coronavirus y detección de los contactos.
En estas llamadas, los sanitarios ofrecen recomendaciones y realizan un control de los síntomas de la enfermedad. Además, tratan de detectar a los contactos que las personas infectadas han podido tener antes de ser diagnosticadas.
Según explica a Efe Marino Barona, portavoz del sindicato de Enfermería Satse, normalmente son necesarias varias llamadas (una media de tres) hasta conseguir que el afectado recuerde a todas las personas con las que ha estado durante ese tiempo.
Conocer su identidad no es suficiente, los rastreadores deben identificar si el tipo de contacto ha sido o no estrecho o de riesgo, si han existido medidas de seguridad como la distancia social o la mascarilla, etc.
De estos contactos quedan normalmente excluidos aquellos que se hayan podido producir en una tienda o supermercado puesto que el uso de la mascarilla es obligatoria en estos casos.
Por contra, se consideran de riesgo o estrechos los contactos generados durante un viaje en tren, avión o cualquier otro medio de transporte en el que se haya permanecido durante un tiempo prolongado.
También las personas con las que el enfermo convive y los sanitarios que le han atendido son considerados inicialmente como contactos estrechos.
Márquez indica que se consideran contactos estrechos todos aquellos con los que el paciente ha permanecido durante más de 15 minutos y sin mascarilla.
La cosa se complica cuando, como en los casos conocidos en los últimos días, los contactos se han podido producir en discotecas o lugares de ocio, en los que el contagiado no conoce a todas las personas con las que se ha podido relacionar.
«En estos casos, lo que se intenta es ver si en el local hay un control de aforo, algo que no suele ocurrir, para intentar averiguar qué personas han estado en ese lugar», detalla Barona.
Todas las preguntas que se hacen a los pacientes están en una Encuesta Epidemiológica y, en función de las respuestas, se determina si el contacto debe guardar o no una cuarentena preventiva a la espera de ver si desarrolla síntomas de la enfermedad.
Durante todo ese tiempo, los enfermeros llaman diariamente a estas personas para controlar la aparición de síntomas y, si es así, se les somete a una PCR.
Aunque la mayoría de los rastreadores son profesionales de la Enfermería, hay también otro tipo de sanitarios, auxiliares e incluso personal de Administración que se dedican a esta función, algo que Satse critica, pues es necesario realizar una valoración de los síntomas para tomar decisiones.
La mayoría de los rastreadores trabaja desde los centros de salud de Atención Primaria, aunque también se ha habilitado sitios para ellos en algunos hospitales.
Barona insiste en la necesidad de que la figura de rastreador sea desempeñada por personal sanitario, ya que durante las llamadas es necesario realizar una valoración de los síntomas que puedan presentar los contactos e indicar o no una prueba diagnóstica.
Marta Ostiz.
Fuente: © EFE 2020