Sol Carreras
Madrid, 5 jul (EFE).- El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, se juega su futuro político con el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio, que llegan en un momento delicado para el PSOE tras perder frente al PP la inmensa mayoría de su poder territorial en las autonómicas y municipales de mayo.
El propio Sánchez anunció el adelanto electoral un día después de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, haciéndose directamente responsable de los resultados del PSOE, que perdió seis de los nueve gobiernos autonómicos que lideraba y la mayoría de capitales de provincia que dirigía, entre ellas Sevilla.
«Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular», dijo al informar de su decisión, que pilló por sorpresa a la mayoría de miembros de su partido.
Las elecciones del 23J serán claves para el futuro del PSOE, pero sobre todo para el futuro de Sánchez por ser el candidato a la reelección y por haber planteado este órdago, que demuestra su capacidad de adaptación y su habilidad como estratega político.
Sánchez concibe estas elecciones como un cuerpo a cuerpo directo con Feijóo en el que asegura que solo hay dos opciones posibles: o un gobierno «progresista» de PSOE y la plataforma Sumar, liderada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, o uno «ultraderechista» de PP y Vox.
Por ello, se afana en subrayar la necesidad de «consolidar los avances» de su Gobierno frente al «retroceso» que atribuye al bloque de la derecha, mientras trata de desmontar la imagen fría y autoritaria que asegura que sus adversarios pintan de él a través del «sanchismo».
El propio Sánchez está trasladando estos mensajes en una precampaña muy mediática y centrada en su persona, con mucha presencia en platós de televisión y muy pocos mítines, como prevé seguir haciendo el PSOE a lo largo de la campaña.
La duda ante el 23J no es solo si Sánchez será elegido nuevamente presidente de Gobierno, algo que parece complicado por las encuestas, que pronostican una clara mayoría de PP y Vox, sino también si seguirá siendo el líder del PSOE.
Por el momento, ningún socialista ha pedido expresamente un nuevo liderazgo en el PSOE, ni siquiera entre los veteranos que denuncian la deriva que el partido ha tomado desde la llegada de Sánchez, al criticar principalmente el pacto de Gobierno con Unidas Podemos y los acuerdos parlamentarios con EH Bildu y ERC.
Y el propio Sánchez ha evitado responder sobre su posible relevo en el partido al ser preguntado por ello recientemente en algunas entrevistas.
Pero este asunto planea sobre el PSOE, sobre todo tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo, en las que los socialistas sufrieron especialmente la pérdida de poder territorial tras quedar en segundo lugar tras el PP, aunque a poca distancia, con un 28,11 por ciento de apoyos frente a un 31,53 por ciento.
Las elecciones de mayo confirmaron además la debacle del PSOE en Andalucía, un tradicional bastión socialista donde el PP ganó por mayoría absoluta en las autonómicas celebradas en esa comunidad en junio de 2022 y donde un año después la formación liderada por Alberto Núñez Feijóo consolidó su hegemonía en las municipales.
Precisamente el verano pasado, poco después de las elecciones autonómicas andaluzas, Sánchez emprendió una profunda renovación de cargos en el PSOE, aprovechando además la dimisión de la vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra, que alegó motivos personales por un embarazo de riesgo.
En cambio, no ha habido ninguna remodelación en el partido ni en la parte socialista del Gobierno tras el fracaso electoral del PSOE en las autonómicas y municipales de mayo.
Al anunciar el adelanto de las generales al 23 de julio Sánchez puso el foco en esta nueva fase electoral, evitando críticas internas y la posibilidad de que el PSOE sufriera un desgaste mayor si los comicios se hubieran mantenido en diciembre.
Por el momento, el PSOE ha optado por dejar de lado sus heridas y por exhibir unidad ante el 23J, como demostró en el Comité Federal del pasado 10 de junio en Madrid, en el que se ratificaron las listas electorales por unanimidad pese al malestar que un día antes habían manifestado las federaciones de Castilla-La Mancha, Aragón, Castilla y León y la Comunidad Valenciana.