Eva Ruiz
Sevilla, 3 mar (EFE).- Desde la Bahía de Algeciras hasta las costas de Málaga y Granada, el hallazgo de siete nuevas colonias de caballitos de mar ha venido a dar esperanza de conservación a una especie en peligro de desaparición y que además se encuentra «huérfana de hogar».
Así lo explica a EFE Antonio Márquez, fundador y responsable de Oceánidas, una ONG que desde hace casi dos décadas trabaja en el medio marino y que ahora colabora con el proyecto Hippo-DEC, desarrollado por el CSIC y los ministerios de Ciencia e Innovación y Transición Ecológica, así como el Instituto de Investigaciones Marinas.
Son los encargados, a través de los clubes de buceo adscritos, de realizar inmersiones para localizar a los caballitos y sus colonias, de forma que se pueda elaborar un «censo» de esta especie para establecer medidas para su conservación, en riesgo cada vez de forma más inminente.
Para elevarlo a la categoría de especie amenazada, explica Márquez, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) necesita de esos datos y «los únicos que se los pueden aportar son los buceadores», que siguen una metodología facilitada por los científicos de los grupos de investigación.
«Se necesita saber dónde están, cuántos son, de qué tipo, qué hábitat ocupan o cómo es el sustrato en el que se mueven», explica el responsable de Oceánidas, que ha puesto en marcha el proyecto 'Red de Vigilantes Marinos' para aunar toda esta labor que constituye la primera fase del estudio científico.
Los primeros frutos han llegado con el descubrimiento de las siete nuevas colonias en la costa andaluza, tres de las cuales pertenecen a la especie 'Hippocampus guttulatus', que sobreviven ancladas a restos de artes de pesca y fondeos abandonados.
Extremadamente vulnerables
Una vez delimitadas estas colonias se realizará un seguimiento y muestreo continuado de cada una de ellas para recabar la información suficiente para que el caballito de mar sea introducido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, un requisito indispensable para promover medidas de protección y conservación.
«Es un animal extremadamente vulnerable, que se desplaza poco, necesita un agua muy clara, que no bata mucho y muy transparente», indica Márquez, que añade que tiene que contar con «unas condiciones especiales» y que su hábitat «se ha reducido tanto que se han visto literalmente desahuciados».
Para su supervivencia dependen de comunidades vegetales como la Posidonia oceánica o Zostera marina, a las que se anclan con sus colas para que la corriente no los arrastre y evitar «quedar expuestos», puesto que si les acecha alguna amenaza su única defensa es mimetizarse con el ambiente.
La desaparición de estos «jardines sumergidos» les está dejando en una situación «cada vez más comprometida», lamenta el experto, que celebra la «fortuna» del caso andaluz, donde las colonias que se han encontrado están formadas por 8 o 9 ejemplares, mientras en otros lugares de España los hallazgos se limitan a uno o como mucho una pareja.
Recuerda que hace unos 25 años en zonas como Torre del Mar (Málaga) era fácil encontrar grupos de 20 o 30 ejemplares de caballitos de mar y que incluso se vendían como 'souvenirs' en algunas tiendas, algo ahora «impensable», y augura que, de no tomarse medidas, en un plazo similar podría ser imposible encontrarlos.
Mercados clandestinos
Entre las causas para el descenso de población de esta especie cita la destrucción de su hábitat natural y el uso que hace de ellos la medicina tradicional china, por lo que «mucha gente los pesca e intenta venderlos para eso», como ocurrió el año pasado cuando se encontró en Málaga un millar de ejemplares que se dirigían clandestinamente a ese mercado.
También hay quien intenta hacerse con ellos para su cría en acuarios, aunque en menor medida porque «los caballitos no se adaptan muy bien, depende de cuándo y cómo lo cojas».
Por este motivo desde Oceánidas prefieren no revelar el lugar exacto en el que se han localizado las colonias en aguas andaluzas, ya que «si se da el punto exacto supone la muerte de estos ejemplares», asegura Márquez, que ha argumentado que «el problema no es que una persona quiera hacerse una foto con ellos, sino que sean decenas».
«Al final estás invadiendo su espacio y lo estás agobiando y estresando», denuncia el experto, que explica que los caballitos de mar «no son huidizos y no se esconden rápido» y que normalmente se encuentran a «poca profundidad», desde los 2,5 a los 20 metros.
Tras esta primera fase del proyecto Hippo-DEC se pasará a implantar medidas de protección y a otras opciones que podrían incluir la cría en cautividad, con la salvedad de que los ejemplares «tienen que ser de la misma zona y características genéticas que los que se cogen», además de «trabajar sobre el hábitat, porque si siguen viviendo en la basura no es lo idóneo».