Seúl, 9 abr (EFE).- Los surcoreanos emitirán este miércoles en las elecciones parlamentarias su juicio sobre los retrocesos democráticos que, según observadores internacionales, se han producido en el país bajo el actual Gobierno de Yoon Suk-yeol, quien desde su llegada al poder ha protagonizado continuos ataques contra los medios de comunicación.

La publicación en marzo del último informe anual del Instituto V-Dem -proyecto multinacional para estudiar y evaluar la calidad democrática de los distintos países- aseguró que Corea del Sur es una nación que «se encuentra en un episodio de autocratización».

El reporte señala que el Estado asiático es el noveno país del mundo que en 2023 mostró un mayor grado de reducción del llamado Índice de Democracia Liberal (LDI).

Aunque el informe deja claro que Corea del Sur sigue siendo una democracia, incide en que «las medidas coercitivas del presidente Yoon Suk-yeol para castigar a miembros de la anterior administración de Moon Jae-in, junto con los ataques a la igualdad de género, hicieron que Corea del Sur redujera sus niveles de LDI».

Esos episodios hacen referencia a las pertinaces investigaciones que han encarado varios ex altos cargos, incluyendo dos exdirectores del Servicio Nacional de Inteligencia (NIS), por parte de la Fiscalía General, órgano que el conservador Yoon encabezó antes de ser candidato presidencial.

También al plan, aún no materializado, de disolver la cartera de Igualdad, que el presidente mantiene sin ministra al frente desde febrero en un país con la peor brecha de género en términos salariales de entre los 33 países de la OCDE.

«La libertad en Corea del Sur no ha sido protegida correctamente y ha habido mucha influencia política sobre la prensa», explica el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores en Medios, Yoon Chang-hyeon, en un encuentro con periodistas extranjeros.

Las palabras del sindicalista quedan refrendadas por lo que dice el informe de V-Dem: «Grecia y Corea del Sur son ejemplos que demuestran a su vez que socavar la libertad de expresión y de los medios de comunicación está lejos de estar reservado a países que se están convirtiendo en autocracias duras».

Yoon asegura que prácticamente desde que arrancó el mandato del actual Gobierno en 2022 «no hay contacto con la prensa y sigue sin haber conversación» y enumera varios casos concretos en los cuales considera que el Ejecutivo ha «reprimido de manera autoritaria» a medios que no se han mostrado afines.

El primer gran incidente, recuerda, sucedió cuando un micrófono abierto de la cadena televisiva MBC captó al presidente surcoreano supuestamente usando lenguaje soez durante una visita a Washington, a lo que el Ejecutivo respondió prohibiendo a la emisora viajar, como el resto de medios, a bordo del avión presidencial.

Después llegarían episodios como el polémico nombramiento del periodista Park Min, considerado una figura muy cercana al presidente Yoon, para presidir la cadena de radiotelevisión pública KBS.

También lo sucedido el pasado 14 de marzo cuando, en el transcurso de una cena con periodistas, un secretario presidencial -que tuvo que acabar dimitiendo días después- sacó a relucir, a modo de advertencia, el caso de un periodista que en 1988 fue atacado con un cuchillo por escribir un artículo crítico con el Gobierno del entonces presidente conservador Roh Tae-woo.

El sindicalista sigue enumerando casos, el último la semana pasada cuando precisamente MBC fue sancionada por el Comité de Deliberación sobre Radiodifusión para las Elecciones -un órgano que algunos consideran que responde al Gobierno de turno- por su manera de informar sobre el bajo nivel de polución en Seúl en el parte meteorológico.

«Creo que si (el partido gobernante) gana, todos estos problemas se van a acentuar y que los periodistas no van a tener libertad para criticar al Gobierno», asevera Yoon.

Con los sondeos concediendo una ligera ventaja al PD, los surcoreanos decidirán mañana en las urnas si conceden al oficialista Partido del Poder Popular (PPP) una mayoría que le permita legislar sin obstáculos, o si por el contrario castigan su estilo de Gobierno, calificado por muchos de autoritario, haciendo que la oposición mantenga el control de la cámara.