Córdoba, 25 abr (EFE).- Un estudio ha datado la presencia humana en la Cueva de Nerja desde hace 41.000 años, 10.000 años antes de lo que se creía, lo que la convierte en la gruta con arte paleolítico de Europa con mayor número de visitas constatadas y recurrentes a su interior durante la Prehistoria.
Este nuevo trabajo ha logrado documentar 35.000 años de visitas en 73 fases diferentes, lo que, calculan, significa que, aproximadamente, algunos grupos humanos entraron en la cueva cada 35 años, ha informado este martes la Universidad de Córdoba.
El trabajo ha sido desarrollado por un equipo internacional entre los que se encuentran las investigadoras de la Universidad de Córdoba Marian Medina, actualmente en la Universidad de Bourdeux; Eva Rodríguez y José Luis Sachidrián, profesor titular de Prehistoria y director científico de la Cueva de Nerja, y ha sido publicado por ‘Scientific Report de Nature’.
El nivel de detalle de conocimiento es posible gracias al manejo de las últimas técnicas de datación de los carbones y restos de humo fosilizado en las estalagmitas de la Cueva de Nerja.
Se trata de la ‘arqueología del humo’, una técnica que ha desarrollado la autora principal del trabajo, la cordobesa Marián Medina, investigadora honoraria de la Universidad de Córdoba, que lleva más de una década reconstruyendo la prehistoria europea a través de los restos de las antorchas, fogatas y humo de las cuevas españolas y francesas.
Marian Medina explica que la información que la microscopia electrónica de transmisión y las técnicas de datación del carbono 14 puede arrojar sobre los rituales y modos de vida del ser humano es impresionante.
Para empezar, en este último trabajo se han presentado 68 dataciones, 48 inéditas, de las zonas profundas de la cueva y con Arte Paleolítico, y se han localizado evidencias de cronoculturas no registradas hasta el momento en la cavidad.
Además, estas arqueólogas del fuego saben leer en la información que sale del microscopio la manera en la que se movieron las antorchas, infiriendo de ello el uso simbólico y escenográfico que los humanos de hace 40000 años daban al fuego.
«Las pinturas prehistóricas eran vistas con la luz parpadeante de las llamas, lo que les podía dar cierta sensación de movimiento y calidez a las figuras», señaló Medina, que subraya también el uso funerario de la cueva malagueña en la última parte de la Prehistoria, durante miles de años y de la que “aún queda mucho por revelarnos sobre cómo fuimos».