Asunción, 18 oct (EFE).- Un tapiz con la imagen de San Roque González de Santa Cruz, el primer santo paraguayo, es protagonista de una exposición que espera recorrer el país difundiendo la historia de este jesuita canonizado en 1988 por el entonces papa Juan Pablo II y quien perdió la vida en 1628 en lo que se conoce actualmente como Caaró (Brasil).
La propuesta artística, además de una pintura de grandes dimensiones, busca atraer la atención de los espectadores con elementos tradicionales como la yerba mate, arena y figuras alusivas a las misiones jesuíticas fundadas por este religioso en Paraguay, Argentina y Brasil, así como el agua de su santuario, erigido en suelo brasileño.
El rostro de San Roque, nacido en 1576 en Asunción e hijo del escribano español Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz, también asuncena, probablemente no es ajeno para el paraguayo del común, ya que aparece en los billetes de 100.000 guaraníes, el de mayor denominación de la moneda local.
Sin embargo, su historia de evangelización y su martirio -que le valió la llegada a los altares junto a los jesuitas españoles Juan del Castillo y Alonso Rodríguez – pueden no ser tan conocidos.
Por ello tres artistas locales, Liliana Sykora, José Quevedo y Rubén Sykora, trabajaron durante un poco más de un año en una obra que se presentó inicialmente en la ciudad de Encarnación (ubicada a unos 370 kilómetros de Asunción) y ahora es exhibida en el Centro Cultural de la República – El Cabildo, de la capital paraguaya.
«Este es un tapiz sensorial (…), porque toca todos los sentidos», Rubén Sykora a EFE, quien detalló que tiene seis metros de altura por cuatro de ancho y un peso aproximado total de 500 kilos.
Inspirada en las alfombras instaladas en la ciudad de Pedro Juan Caballero en honor a la virgen del Perpetuo Socorro, esta obra sensorial es, probablemente, única en el mundo y la primera «de estas dimensiones» en Paraguay, agregó Sykora.
Para Quevedo, la intención de esta propuesta es «despertar el interés de más gente» en Roque González de Santa Cruz «como un santo protector del corazón» y frente a «muchas enfermedades».
El trabajo mezcla técnicas de collage, de pintura, de escultura, para dar vida a una figura con una corona de luces, manos talladas y una sotana drapeada, en la que sobresale un corazón enorme, en recuerdo al órgano que se mantuvo intacto después de que este religioso fue atacado por nativos y su cuerpo sin vida fuera arrojado al fuego.
Liliana Sykora fue la encargada de recrear el corazón, que incluye luces y cuyos latidos se pueden escuchar en una pieza musical que ambienta el espacio en el que permanece instalado el tapiz.
«En este proyecto de tres artistas, me siento la privilegiada, porque lo que más identifica a San Roque González de Santa Cruz es precisamente su corazón, ese corazón impoluto», explicó a EFE esta artista, quien empleó unos 55 kilos de arcilla para crear el molde que dio vida a la pieza y también estuvo a cargo de elaborar las manos enormes del santo.
Y entre el olor del cocido quemado (una bebida preparada a base de yerba mate quemado, azúcar y brasas de carbón), humo y latidos del corazón, el espectador podrá escuchar también un mensaje inspirado en este santo, que, en español y guaraní, envía un abrazo a los niños, abuelos y personas que residen en Paraguay y otros países del mundo.