Madrid, 21 feb (EFE).- La minería podría destrozar proyectos de desarrollo sostenible que buscan devolver población a la España vaciada, como sucede con una mina a cielo abierto de cuarzo metalúrgico en una comarca de la provincia de Segovia, con concesiones que podrían llegar a los 80 años, explica la portavoz de la Plataforma contra la mina, Marisa Moro.
En una entrevista con EFE, Moro señala que los 800 vecinos de la comarca que abarca los municipios de Barbolla, Sotillo, Castillejo de Mesleón, Cerezo de Arriba, Cerezo de Abajo y Duruelo, han decidido ponerse en pie para oponerse a la mina a cielo abierto de cuarzo que generaría afecciones en múltiples sectores.
La minería afectaría a sectores como salud y sanidad que «se pagarán con dinero público», al turismo, a pequeñas industrias que desaparecerían, a las infraestructuras en carreteras y a la cultura porque afectaría a todas las construcciones medievales y románicas que existen en la comarca por el paso continuado de camiones, así como a los frescos en esos monumentos que «podrían cuartearse» y, además, a la forma de vida de las personas.
Según la portavoz de la Plataforma contra la mina a cielo abierto, el consorcio formado par Erimsa/Elkem, una empresa gallega adquirida por la segunda que es noruega, que a su vez tiene capital chino, «ha solicitado dos zonas ahora mismo, pero existen otras tres que podrían pedir» para la explotación del cuarzo metalúrgico a cielo abierto.
En la primera zona ahora mismo son 2.700 hectáreas para intervenir en 1.600 y en la segunda son 1.200 hectáreas para intervenir en unas 600, es decir, ahora mismo la zona de intervención solicitada suman unas 2.300 hectáreas durante períodos de 30 años.
Se «estima que cada año pueden trabajar en 22 hectáreas», dice, lo que desde la Plataforma calculan que supondrían entre 70 y 80 años de explotación.
Explica que existen dos tipos de mina a cielo abierto: las que son en profundidad, donde se escava kilómetros hacia abajo haciendo agujeros, y las de gran extensión que supone muchísima extensión durante mucho tiempo como la de Segovia.
Se prevé la entrada en el terreno de una pala excavadora para la excavación del cuarzo metalúrgico, otra pala cargadora trasladaría la tierra con el material obtenido a una criba, y lo obtenido lo llevan a un punto de limpieza, donde ya lo cargan otros camiones que lo trasladan a puertos gallegos desde donde el cuarzo obtenido se traslada a Noruega.
La «comarca con un ecosistema delicado» va a tener un tipo de intervención «muy agresiva», porque excavarían hasta donde encuentren el cuarzo, es decir ocho o nueve metros, cuando a los agricultores les controlan vía satélite que no aren «más allá de 30-40 centímetros de profundidad».
Entrarán en suelo agrícola y excavarán y removerán todo lo que se ha conformado a lo largo de siglos y se llevarán todo el cuarzo metalúrgico que conforma el sistema de drenaje de un territorio, porque el agua llega se filtra entre las piedras y llega al acuífero.
Después de la excavación, se llevan el cuarzo, apelmazan la tierra, lo dejan impermeabilizado y a pesar de que luego echan tierra vegetal eso «jamás de los jamases se va a recuperar la fertilidad, la calidad y la tierra que teníamos».
La contaminación afectará a la ganadería, las excavaciones eliminarán la flora y expulsará a la fauna, y el polvo fino de sílice cristalino que se genera por el cuarzo, «entra en los pulmones y es cancerígeno y agudiza las enfermedades pulmonares y respiratorias», asegura Moro.
Es una intervención «que afecta en todos los sentidos a la forma de vida de las personas durante mucho tiempo», y la comarca a pesar de «pertenecer a la España semivaciada, tiene mucha agricultura y ganadería extensiva y muchísimo turismo».
Los ganaderos, asegura, han manifestado que de salir adelante la explotación no continuarán con la actividad porque los animales se afectarán por los cristales de cuarzo, los agricultores no podrán cultivar y el turismo desaparecerá.
Sostiene que el perjuicio de la mina es «exponencial», porque aparte de que se crearán pocos puestos de trabajo se perderán todas las fuentes de ingresos económicos para la comarca, aparte de perder el valor de las viviendas debido a la contaminación y el proyecto de desarrollo sostenible que vienen fomentando entre los vecinos.
Moro subraya que «afecta al ecosistema natural y de las personas», porque cambiará la forma de vida de la población que se ha trasladado a vivir en la comarca después de la pandemia, muchos jubilados que aunque no están empadronados viven en esos pueblos, muchas con familias que han permitido «la reapertura de centros de educación».
Subraya que actualmente los expedientes para la explotación minera se encuentran en la Conserjería de Medioambiente de la Junta de Castilla y León donde están estudiando el impacto medioambiental y especifica que la Plataforma ha presentado hasta 5.000 alegaciones que han encontrado a los proyectos.
«Estamos intentando llegar a la Junta de Castilla y León y no nos están atendiendo», asegura, porque pretenden explicar todas las afecciones que va a tener la comarca. EFE
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