Nablus (Cisjordania), 14 nov (EFE).- Con preocupación los palestinos aguardan la formación del nuevo gobierno en Israel, liderado por Benjamín Netanyahu, un «viejo conocido» que estancó las negociaciones de paz; pero esta vez con partidos de la extrema derecha como socios, defensores de la anexión de los territorios ocupados y contrarios a la solución de los dos Estados.
El presidente israelí, Isaac Herzog, encargó ayer a Netanyahu la formación de un Ejecutivo tras lograr el apoyo de una mayoría de 64 diputados, poniendo fin al bloqueo político en Israel desde 2019 y alumbrando el que será el gobierno más derechista de la historia del Estado judío, junto con el movimiento Sionismo Religioso -supremacista judío y antiárabe- y los partidos ultraortodoxos.
«Los planes que escuchamos del gobierno que viene son muy peligrosos. La comunidad internacional debe actuar antes de que sea tarde porque aspiran a cometer genocidio contra los palestinos, hacernos desaparecer para tomar el control de nuestras tierras y asumir nuestra área geográfica», afirmó a EFE el palestino Osama Farid.
Para Farid, residente en Nablus -ciudad del norte de Cisjordania ocupada que se ha convertido en el centro de la violencia en el año más letal en la zona desde 2006-, «si avanzan en esos planes, habrá más baño de sangre en ambos lados, desgraciadamente».
MIEDO A LA ANEXIÓN
El miedo a la anexión se vive con especial preocupación en Nablus, en cuyos alrededores se concentran numerosos asentamientos judíos y donde la tensión con los colonos -base de votantes del Sionismo Religioso- está alcanzando cotas sin precedentes: la violencia colona es creciente y sistemática, mientras que están surgiendo nuevos grupos armados palestinos en el área que han intensificado sus ataques contra objetivos israelíes en el área.
Cuando se confirmó el triunfo de Netanyahu en las urnas el 1 de noviembre y el auge de la extrema derecha, el primer ministro palestino, Mohamed Stayeh, se apresuró a decir que la diferencia entre un gobierno de izquierda o derecha en Israel era «como distinguir entre Pepsi o Coca-Cola», impresión que comparten los palestinos en la calle, aunque reconocen que lo que viene es nuevo y impredecible.
Los líderes del Sionismo Religioso son Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, ambos colonos y conocidos por su retórica antiárabe, por su postura muy dura hacia los palestinos y por su defensa de un solo Estado de Israel que se anexione los actuales territorios palestinos ocupados.
En las negociaciones con Netanyahu para formar gobierno, según lo filtrado en medios hebreos, el primero habría pedido la cartera de Defensa -que dirige el Ejército y gestiona asuntos civiles en gran parte de los territorios ocupados- y el segundo la de Seguridad Pública -que controla la Policía de Fronteras, con presencia fundamental en Jerusalén este ocupado y en asentamientos-, lo que los coloca en la primera línea de las decisiones políticas que afectan directamente a los palestinos.
Preocupa especialmente Ben Gvir, más extremista y cuyos seguidores gritan «Muerte a los árabes» en sus mítines, acusado más de 50 veces y condenado 8 por disturbios, vandalismo, incitación al racismo y apoyo a una organización terrorista.
«GOBIERNO DE GUERRA»
«Será un gobierno de guerra, no de paz con los palestinos», resume Jamal Tirawi, líder de Fatah en Nablus y miembro electo del Consejo Legislativo Palestino, disuelto de 2018 por el presidente Mahmud Abás.
Según Tirawi, Netanyahu es ya «un viejo conocido» de los palestinos y «sus políticas no trajeron nada bueno», pero teme que ahora las cosas puedan ir a peor por la presión de sus socios extremistas, quienes «con sus palabras ya han declarado una guerra contra el pueblo palestino».
El líder de Fatah no descarta que la anexión de Cisjordania esté «entre los planes y ambiciones del futuro gobierno israelí» -que debe conformarse en un plazo de 28 días-, lo que «obligará al liderazgo palestino a declarar una Tercera Intifada, que estará apoyada por todo el pueblo palestino y no solo por algunos grupos».
Para el analista palestino Sam Bahour, los sucesivos gobiernos israelíes «son cada vez más racistas», por lo que las posturas del próximo serán igualmente «consecuentes en la agresión a los palestinos, la ocupación y en no permitir que surja un Estado palestino», como ha ocurrido antes «tanto con la derecha como con la izquierda».
«No representan nada nuevo más allá de ser menos tímidos al hablar de lo que Israel ha estado haciendo durante décadas», indica Bahour, quien sí augura más violencia a raíz del surgimiento de nuevos grupos palestinos partidarios de la lucha armada y ante el «empoderamiento» de los colonos que han llegado a «cooptar el sistema político israelí».
Para Hamada Haber, analista político, el extremismo del nuevo gobierno puede ser positivo a la hora de «despertar las alarmas de la comunidad internacional», para que vean «la verdadera cara de un Estado racista y del apartheid».
«Veremos cómo reacciona la comunidad internacional y el propio liderazgo palestino, si se convence de que la solución de los dos Estados está muerta, sin esperanzas de diálogo político, y comienza a buscar alternativas para el pueblo palestino», aseveró Haber.
Sara Gómez Armas