Villanueva de los Infantes, lugar de inspiración de Quevedo

Declarado recientemente uno de los pueblos más bonitos de España, Villanueva de los Infantes se encuentra en la provincia de Ciudad Real a dos horas escasas de Madrid

Villanueva de los Infantes atesora un importante legado histórico, arquitectónico y artístico. Recursos que junto con grandes iconos culturales como Quevedo o Santo Tomás de Villanueva, o los más de 250 escudos que se conservan en sus fachadas, le han hecho merecedor recientemente de pertenecer al club de los pueblos más bonitos de España.

Villanueva de los Infantes, fue proclamada por Felipe II, capital del Campo de Montiel en 1573 tanto política como eclesiásticamente, y capital de Gobernación de la Orden de Santiago influyendo considerablemente en el Campo de Montiel y zonas de Albacete, Murcia y Jaén, durante toda la Edad Moderna. Fue, sin la menor duda, el foco espiritual de La Mancha en el Siglo de Oro, arrebatando a Alcaraz la hegemonía mantenida durante el Renacimiento. Las figuras de Santo Tomás de Villanueva, del humanista Jiménez Patón, del artista Francisco Cano, o los universales Quevedo, Cervantes, Lope; junto con los festejos celebrados en la villa, las corridas de toros desde 1630, y el corral de comedias, ayudaron a convertir a Villanueva de los Infantes en importante foco cultural. Existen en la zona vestigios de asentamientos prehistóricos de la Edad de Cobre (año 2.000 a.c.) y de la Edad de Bronce (año 1.800 a.c), pero es en tiempos de los romanos cuando esta ciudad adquiere importancia. De esta época se conservan restos de calzada romana, dos puentes romanos: el de “Treviño”, con unas dimensiones considerables, y un viaducto.

Este enclave fue destruido durante la invasión árabe y reconstruido posteriormente con el nombre de Jamila, por lo que, siendo éste un nombre de origen hebreo, se cree que en el lugar vivían familias judías.

Visitar Villanueva de los Infantes es recorrer la historia a través de calles hechas piedra a piedra. Recorrer la población es ir mirando hacia todos los lados, porque, de una vez, no se puede abarcar todo cuanto se presenta: edificios de piedra sillar, pórticos, escudos, inscripciones, hierros, maderas, rincones, plazas… y la Cruz de Santiago por doquier. El repique de sus campanas nos lleva a pensar en la oración de cada día, hecha por los devotos de Jesús Rescatado, del Cristo de Jamila, de Santo Tomás de Villanueva, de la Virgen de la Antigua o de cualquier otro Santo de las múltiples iglesias, ermitas y capillas existentes. Además de otras menores, hay cuatro iglesias monumentales, situadas en las cuatro plazas principales, y cada una de las cuales encierra cientos de años de historia. Hoy, sus piedras centenarias, sus bellos rincones, el recuerdo de tanto personaje ilustre… nos hablan de un pasado esplendoroso.