Pescaderías Coruñesas, la saga vasco-leonesa de un siglo para acercar el pescado a Madrid

El consejero delegado de Pescaderías Coruñesas, Diego García Azpiroz. EFE/Pescaderías Coruñesas 
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Por Mercedes Salas

Madrid, 21 sep (EFE).- Pescaderías Coruñesas -propietaria de restaurantes madrileños, como Lhardy o Filandón-, compila sus 113 años de historia, que une a arrieros maragatos leoneses y a la industria angulera vasca, en un libro, «Agallas», una saga que pretende ser una guía y una referencia sobre el sector y el consumo de pescado.

El consejero delegado de Pescaderías Coruñesas, Diego García Azpiroz, afirma, en una entrevista con EFE, que el libro cuenta la historia, el «esfuerzo» de cuatro generaciones de la empresa -que nació en 1911 para acercar el mar a Madrid- y al mismo tiempo una guía sobre las artes, loa conservación y las recetas.

«Agallas. Acercar el mar a Madrid», de la editorial Planeta Gastro, aborda la historia de la empresa y también del pescado y del marisco desde todos los puntos de vista, que van desde la historia de su comercialización en España a las recetas hechas con los principales productos pesqueros que llegan a las mesas españolas.

Pescaderías Coruñesas factura unos 50 millones de euros anuales y genera 500 empleos.

La historia

La actual Pescaderías Coruñesas nace de la unión de dos familias (Evaristo García, arrieros maragatos y María Juliana Azpíroz, anguleros vascos); la firma se creó en La Coruña, pero en 1917 trasladó su sede a Madrid.

El objetivo era controlar la venta de pescado en Madrid y hacer volver a casa a la tradicional colonia maragata, ya que en esos momentos los pescaderos y transportistas de León dominaban en la capital el negocio.

En 1956, Norberto García, antiguo trabajador de la empresa, compra su sucursal en el centro de Madrid y comienza una nueva etapa; su hijo, Evaristo, se casó en 1971 con María Juliana Azpíroz, la mayor de la familia fundadora de Angulas Aguinaga, cuyos descendientes, Norberto, Marta, Diego y Paloma llevan las riendas del negocio desde los noventa.

Actualmente, poseen seis restaurantes en Madrid, combinan la pescadería con la venta en Internet y entre sus proyectos están también Madrid Teatro, donde se van a unir tres edificios del siglo XX -Casa Allenda, Edificio Meneses y el Teatro Reina Victoria- para crear un complejo hotelero, con teatro propio y oferta gastronómica.

Otro proyecto es una cafetería con la enseña Lhardy.

Asegura que la empresa está «en su mejor momento» y también menciona, entre sus planes, el cultivo de productos ecológicos -en zonas como la comarca del Bierzo (León)- y de viñas para asegurar el suministro propio a sus restaurantes, al igual que ya lo tienen con pescado.

Pero García subraya que la parte inmobiliaria es una rama «financiera» del negocio y que ello se sienten «pescaderos» y empresarios del pescado.

Como recuerdo y anécdota, alude al puesto que abrieron en el mercado central de Madrid (Mercamadrid), el «puerto de la capital» y el principal centro de abastecimiento de productos del mar en España.

Su padre, ya casi jubilado, vio que no se vendía angula y, trajeado, llevó a sus hijos con un altavoz y una pancarta a recuperar los clientes que se habían perdido.

Preguntado por la situación económica y el turismo, reconoce que en Madrid sus restaurantes se han beneficiado del incremento de afluencia extranjera.

En cuanto al consumo de pescado, constata que en una gama «media alta» vive un buen momento, pero lamenta que los consumidores se queden «en el A,B,C» de dos especies conocidas, la merluza y la lubina.

Por el contrario, dice, está cayendo la compra de otras más económicas como la faneca y los bacaladitos, a la vez que la población con menos poder adquisitivo deja de comer pescado salvaje; un consumo que, evidentemente, aconseja.

«El pescado es el único alimento de la cesta de la compra que es exactamente igual que hace cien años; incluso mejor, porque han mejorado las condicione de frío», concluye.

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