Madrid, una ciudad donde habita el amor

Vista de la diosa Cibeles y sus leones Hipómenes y Atalanta en Madrid. EFE/MARISCAL

Pilar Martín

Madrid (EFE).- Los restos de San Valentín, las cartas pasionales que se enviaron desde uno de los buzones que estaba en la Puerta de Alcalá o la dramática historia de Hipómenes y Atalanta -los leones de Cibeles-, son algunas demostraciones de que Madrid es una ciudad que trasmina amor.

Con motivo de San Valentín, y de la mano de la Serrería Belga y los creadores del proyecto 'Los paseantes' (la empresa cultural Querido Museo), la propuesta para celebrar esta jornada es caminar por un Madrid cuyo pasado, presente y futuro respira amor en todas las disciplinas artísticas que lo adornan y embellecen.

Así, el inicio de este recorrido arranca en la fuente de la diosa Cibeles, en concreto en los dos majestuosos leones que tiran de su carro: Hipómenes y Atalanta.

Obra del escultor francés Roberto Michel, estos dos mamíferos representan a Atalanta, la hija de un rey de Arcadia que fue ofrecida en matrimonio al que fuera capaz de vencerla en la carrera, deporte en el que destacaba.

Pese a que el castigo establecido para los perdedores era la muerte, Hipómenes aceptó el desafío y contó con la ayuda de Venus, que le dio tres manzanas de oro para que el joven las tirara mientras corría. El objetivo era que Atalanta se parara a cogerlas.

Y así fue, por lo que ambos se casaron. Pero, como en todo drama griego, Hipómenes olvidó agradecer la ayuda a la diosa Venus y ésta, muy vengativa, los convirtió a los dos en leones.

Amor diverso

Según Gonzalo Pascual, co-creador junto a Marta Redondo de 'Querido Museo', esta fuente incluida en el paseo virtual gratuito que ofrece la Serrería Belga, pone de manifiesto el Madrid «reivindicativo» del amor diverso, tanto es así que es uno de los puntos por los que pasa la cabalgata del Orgullo LGTBIQ+.

«Pensando en un amor moderno», cuenta Pascual, otro de los puntos cargados de amor es la Puerta de Alcalá. ¿Por qué? Pues porque aquí se situó uno de los primeros buzones en 1762, uno de los años del reinado de Carlos III, cuando se incorporó correos a la Corona.

Más tarde los buzones llegaron a estar hasta en los tranvías.

«Queremos hablar del amor desde otro punto de vista, buscar otra mirada, y nos pareció que el amor era maravilloso en un Madrid moderno que tiene amor de diferentes maneras», sostiene este gestor cultural.

Con el paso del tiempo y los avances, el amor fue creciendo ya que los mensajes empezaron a volar por el aire de la mano de las ondas. Por lo que sólo hay que bajar por la calle Alcalá para estar en el Palacio de Correos y Telégrafos, actual sede del Ayuntamiento de Madrid: el centro de las «palabras de amor», que cantara Joan Manuel Serrat.

Fue en 1906 cuando se pudo hacer cola para poder hacer una llamada de teléfono y susurrar 'te quieros' a demanda.

La alameda del Prado y su 'Torre de la música'

Otro punto de la sociedad madrileña es, y fue, la alameda del Paseo del Prado, creada en 1572 con el objetivo de dar la bienvenida a la reina Ana de Austria y para celebrar que la Villa de Madrid había sido nombrada capital.

Pero en realidad, es uno de los lugares donde sus transeúntes más amor han derrochado, como cuentan 'Los Paseantes', que recuerdan también que aquí estuvo la 'Torre de la Música', una construcción municipal, pagada por el Ayuntamiento en el siglo XVII y donde siempre había música para alegrar a los corazones que por allí caminaban.

En este día en Madrid, y a modo de colofón, si hay alguien que quiera visitar a los dos símbolos más icónicos de esta jornada, los lugares obligados son dos: la fuente de Cupido de La Rosaleda del Retiro y los restos de San Valentín.

Porque sí, porque sus restos están en Madrid, en concreto en la iglesia de San Antón, donde yacen los huesos de este presbítero romano que, en tiempos del emperador Claudio II, arriesgó su vida para casar a parejas jóvenes que deseaban certificar su amor en la clandestinidad.