La Bañeza (León), 3 abr (EFE).- La Casa de la Poesía alberga desde este lunes en La Bañeza (León) el legado de sesenta años de vida literaria de Antonio Colinas, que ha rechazado otras ofertas para que sea su localidad natal la que guarde su archivo personal, manuscritos y biblioteca, entre otros fondos, con el objetivo de garantizar su conservación, protección, acceso y difusión.
Durante su intervención en el acto de inauguración, al que ha asistido el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, el poeta ha evocado que hace sesenta años que estudió en el edificio que hoy alberga esta Casa de la Poesía.
«Le he querido ofrecer a este espacio sesenta años de mi trabajo como escritor», ha recalcado Colinas, quien ha recordado que se fue de La Bañeza con una maleta que pesaba más que él y hoy sucede lo inesperado: «Se cierra un círculo que se abrió aquí hace sesenta años», ha dicho.
Ha añadido que «el tiempo vuela» y ha valorado «que no se hayan perdido con los frutos que hoy se han sembrado» en este edificio.
Colinas ha cedido una biblioteca de 7.000 libros, 3.000 de ellos de poesía de posguerra, y veintidós tesis doctorales realizadas en distintas universidades del mundo sobre la vida y la obra de este poeta, narrador, ensayista, crítico y traductor, ganador entre otros de los premios Nacional de Literatura, Nacional de Traducción y Reina Sofía de Poesía Iberamericana.
«Se trata de una casa de cultura viva, un espacio para las ideas y un centro de referencia sobre una disciplina, la poesía, que está con los humanos desde el origen de la especie y por algo será», ha remarcado Colinas, quien ha advertido de que «el día en el que en el mundo no haya poesía los seres humanos dejarán de serlo».
Y ha añadido: «Para mí, poesía y vida van unidas. Hay autores que levantan un muro entre la vida personal y profesional pero mi vida ha ido unida a la literatura y su reflejo está en este centro».
Colinas ha anticipado que cada año se va a nombrar a un Poeta de la Casa y desvelado que el primero será su «maestro», Vicente Aleixandre, que le recibió con afecto y cercanía cuando llegó a Madrid con 18 años en la ya legendaria casa que el premio nobel tenía en el distrito de Chamberí.
