Apátridas en su país: los beduinos en Jordania que quieren su nacionalidad

El experto en el Centro Nacional de Derechos Humanos, Isa al Maraziq, en una entrevista con EFE en la capital Amán, Jordania. EFE/Hayat al Dbeas

Al Mafraq (Jordania), 20 oct (EFE).- «Solíamos pastorear ganados y movernos de un lugar a otro, no sabíamos lo que eran los documentos de identidad y no sabíamos que la vida cambiaría». Así se lamenta a EFE Um Faisal al Shanabila, de 70 años, que forma parte de los 7.000 beduinos en Jordania que aún continúan siendo apátridas en su país.

Al Shanabila, que tiene diez hijos también apátridas, logró en 2016 reunirse con el rey de Jordania, Abdalá II, para pedirle lo que miles de beduinos aún no han conseguido: la nacionalidad.

El monarca le dijo, según su versión: «dadle una nacionalidad, tratamiento y pensión». Pero la mujer afirmó que solo ha conseguido una casa y tratamiento médicos, ya que no puede conseguir una nómina al no tener un carnet de identidad.

Según el Centro Nacional de Derechos Humanos de Jordania, los apátridas son beduinos jordanos y miembros de clanes que viven en Al Mafraq, en la zona desértica ubicada a unos 80 kilómetros al norte de la capital Amán.

Sus padres y abuelos eran nómadas, pero no presentaron sus papeles para registrar su identidad, una medida que el Gobierno exigió a inicios de los años 80 del siglo pasado y para la que dejó de recibir solicitudes una década después.

Como consecuencia, estos nómadas no pudieron obtener la ciudadanía, una cifra que estima el centro en 7.000 personas dentro de Jordania.

PERSERVANTES

Al Shanabila indicó que no ha perdido la esperanza y sigue yendo a las autoridades competentes para reclamar su nacionalidad, pero hasta el momento todos sus intentos han sido en vano, pese a tener todos los documentos que prueban que tiene derecho a la ciudadanía.

«Siempre estoy obligada a probar mi nacionalidad», indicó apesadumbrada.

Fayez al Ruwaili es otro etiquetado como «apátrida» en su propio país, a pesar de que su hermano es un oficial de las aduanas jordanas con rango de coronel y tiene la ciudadanía jordana.

«Fui a solicitar la ciudadanía y me decían que debo demostrar que soy jordano”, dijo a EFE frustrado.

«Cumplí cuarenta años y perdí todos mis derechos y todavía estoy tratando de obtener la ciudadanía» aseguró Fayez, quien desde 2011 empezó a buscar y pedir el derecho de la nacionalidad en el reino hachemí.

EN UN LIMBO

Al Ruwaili aseveró que algunos de los apátridas sí obtuvieron la ciudadanía, mientras que otros obtuvieron un pasaporte temporal y el resto no consiguió nada, como resultado de la política «ambigua y poco clara» a la hora de otorgar la ciudadanía.

El experto en el Centro Nacional de Derechos Humanos, Isa al Maraziq, aseguró a EFE que la falta de tomar una decisión sobre la cuestión de los apátridas es un «grave indicio de la mala gestión de la crisis, lo cual es una violación de los derechos humanos».

«Existía un comité especializado para estudiar las solicitudes presentadas por apátridas que residen en el norte de Badia (zona desértica), pero la comisión fue suspendida sin una razón convincente, a pesar de que pidieron a los apátridas presentar evidencias de su nacionalidad”, aclaró.

Además, subrayó que el Gobierno jordano niega hasta cierto punto la existencia de los apátridas, porque esto expone a Jordania a «muchas críticas internacionales».

Al ser preguntado por EFE, el portavoz del Ministerio del Interior, Tariq Al Mayali, rechazó responder a la pregunta sobre las causas de suspensión de ese comité.

«El ministerio no comenta sobre esa mención de los apátridas», subrayó, sin dar más detalles

Por otro lado, el profesor de Derecho Internacional, Mohamed al Saket, apuntó que el hecho de que Jordania no formen parte de la Convención para Reducir los Casos de Apatridia, establecida en 1961 como el principal instrumento internacional que establece normas para la concesión y el no retiro de la nacionalidad, con el fin de prevenir que surjan casos de apatridia, «no significa que no sea responsable de este pacto internacional».

«El derecho de los Estados a decidir sus ciudadanos no es un derecho absoluto», destacó Al Saket, y explicó que esta regla la exige la ley internacional de los derechos humanos.

Además, aclaró que si Jordania no otorgara la ciudadanía a estas personas, entonces «estas personas deben disfrutar de derechos civiles, políticos, económicos y sociales», algo que no ocurre en Jordania.

Según el artículo nº3 de la ley de nacionalidad jordana estipula que «todos los miembros de los clanes beduinos del norte (…) se consideran ciudadanos jordanos que residían realmente en las tierras anexadas al reino en 1930».

Sin embargo, Al Shanabila, Al Ruwaili y unas 7.000 personas más siguen sin tener los mismos derechos que sus vecinos, pese a ser jordanos.

Hayat al Dbeas