Armando del Río: «De mis personajes intento que no se me quede mucho, aunque a veces se queda la energía»»

Hablamos con Armando del Río: actor, director, productor…

 

Armando del Río: actor, director, productor… No sé si venimos a la presentación de tu nuevo libro, que debe ser lo que te queda y a lo mejor te está rondando la cabeza.

El libro es más complicado [risas]. He escrito algunos guiones de largometrajes, proyectos de series… Aunque no soy guionista, pero sí que me he formado un poquito. Y también de tanto leer guiones al final algo vas aprendiendo.

En tu faceta de actor, eres un experto en series largas: “Hospital Central”, “Sin tetas no hay paraíso”, “Gran Reserva”, “Amar es para siempre”, “Centro médico”, “Servir y proteger”… Has encarnado a personajes que te han acompañado durante un largo tiempo en tu vida. ¿Cuánto se queda contigo de la serie y del personaje?

Intento que no se me quede mucho a no ser que sea bueno. Más que cosas concretas, a veces se te queda la energía. Si lo estás haciendo todos los días y el personaje tiene una energía muy diferente a ti… Se puede quedar algo de ese poso. Entonces, no es algo que intente llevarme a casa y menos últimamente que estoy haciendo de unos cuantos malos.

Armando del Río, en Servir y Proteger

Por otro lado, tienes esta parte de director y productor, que al final es la de empresario…

Sí, hemos montado una S.L: Cromagnon Producciones. Ya había producido antes un par de cortometrajes y alguna obra de teatro autónomo y este era el paso natural teniendo en la cabeza varios proyectos más gordos. Algo así requiere de una financiación y una estructura un poco más potentes.

¿Hacia dónde te estás enfocando?

De momento no me marco límites. El año pasado estrenamos una obra de teatro en el Teatro Reina Victoria de Madrid, “Tarántula de Tirso Caldero”, que ahora está de gira. Tenemos también un monólogo que dirigiré el año que viene y otra obra de teatro con la que estamos en negociaciones. Entonces, tenemos tanto la parte de producción teatral como audiovisual. Luego, evidentemente, están los proyectos que estamos escribiendo mi mujer Laia y yo. Estamos juntando poco a poco productoras que tengan los puntos delicados para poder acceder a las ayudas, etc.

«Me vine con 18 años a Madrid para hacer cursos de interpretación»

Esa suele ser una de las grandes dificultades que hay, ¿no?

Sí. Hay muchos proyectos, muchas veces tienen sus propios equipos de desarrollo… Es difícil entrar ahí a no ser que vean algo que les enamore. También es verdad que son bastantes, así que vas por ahí tirando fichas y alguna… De un proyecto ya tenemos las tres patas de una mesa y esta semana esperamos tener algún feedback de la última.

Como buen empresario, ¿te llevas los problemas a casa?

Sí, son los mismos [risas].

Es que además en este caso coinciden…

Sí, Laia y yo somos socios de la productora, por lo que estamos siempre con el lío. Tanto para preparar las giras, los bolos… como cuando estamos preparando proyectos. Tampoco estamos todo el día hablando de trabajo. Al final de la productora me ocupo yo más que ella: todo el tema de escritura —aunque ella también ha escrito cositas—, el día a día de los emails, dossieres, reuniones… Me encargo yo un poco más.

¿Qué hobby te hace desconectar un poco de todo esto?

La verdad es que cada vez tengo menos hobbies, o los puedo hacer menos. Por ejemplo, me voy a jugar los jueves por la mañana al fútbol. Juego de portero en los campos del Retiro, y es de esos momentos en los que no pienso en nada. Momentos de concentración, de estar metido en el partido… que son muy buenos.

José Manuel Roldán, Editor de VivirEdiciones, con Armando del Río durante la entrevista

Antes te comentaba que solo te falta escribir un libro… ¿Y como político te ves?

No, yo soy de los que meten caña a los políticos. Siempre desde el respeto, pero yo eso lo tengo muy claro. Tú estás ahí porque te estamos pagando con dinero público, así que menos chulería y menos faltas de respeto. Hay mucho impresentable en la política.

Antes de que saliera el 15-M, estuve soñando durante semanas que formaba un partido político. Incluso llegué a escribir unos cuantos manifiestos. Luego ya salió Podemos y me quedé como: “menos mal”.

Volviendo a tu carrera como actor, ¿cómo fue tu incorporación tan rápida al cine siendo un joven de Zaragoza?

Me vine a Madrid con dieciocho años y empecé haciendo cursos de dirección e interpretación. Así pasé por varias escuelas hasta que llegué a la Escuela de Interpretación Cristina Rota, donde estuve cinco años. Ahí me enteré del casting de “Jamón Jamón”, mi primer rodaje, y me mandaron a Zaragoza. Yo me quedaba en mi casa cuando rodaba en los Monegros, por lo que ahorraban en hotel conmigo [risas].

Luego “Historias del Kronen” salió porque estábamos en la Rota, estaba Juan Boto, Cristina Rota, Aitor Merino —amigo íntimo—… y me enteré de que Bardem había rechazado el papel que le habían ofrecido y se había quedado libre. Me consiguieron una prueba, me la preparé y… me salió fatal, así que dije: “¿la puedo repetir?”. Luego me dijo: “te cogí porque fuiste consciente de que la primera lo habías hecho fatal” [risas].

En mi opinión, “Historias del Kronen” marcaba un fiel reflejo de esa generación y de ese momento…

Yo tenía 24 años y fue también un cambio generacional de actores. Por aquel entonces, jovencitos había muy pocos. Estaban Jorge Sanz, Gabino Diego, Maribel Verdú… y poco más. Aquí empezó a salir una hornada de actores jóvenes.

Armando del Río, durante una representación de «Tarántula»

Por otra parte, dentro de este talento que tienes, te metiste en seguida también en las artes escénicas para subirte a un escenario…

Sí, hice una obra de teatro… Ya había hecho algunos monólogos. En realidad, hacía un poco de todo: actuábamos en bares, en el Retiro… En los noventa, hice un monólogo que había escrito de un tipo que va al Cielo y tiene una cita con San Pedro. Una comedia así muy chorra, un monólogo que me montaba yo. Recuerdo que grababa la voz de San Pedro con un micrófono de estos de juguete en el baño para que tuviera un poco de resonancia.

Entonces, en 1996 hice la obra “Testamento” en el María Guerrero. Mi primera obra grande, que fue un aprendizaje brutal. Estaban Juan Diego y Chete Lera, que han fallecido los dos hace muy poquito… Estuve un año de gira con estos dos monstruos profesionales y fue un aprendizaje de vida en todos los sentidos. Sobre las tablas y fuera de ellas.

Hace poco estuve en una universidad donde me estuvieron enseñando una tecnología que analiza cómo gesticula tu cara, la orientación de los ojos, los mapas de calor… Y nos comentaron que se estaba utilizando en plataformas como Netflix a nivel de investigación, aunque no le están encontrando utilidad real…

Yo creo que se le está buscando una explicación tecnológica o biotecnológica a cuestiones que son muy difíciles de repetir de forma automatizada o robotizada, como es la emoción humana. Lo que pasa por los sentimientos no depende solo de lo que estás viendo, sino de tu estado de ánimo previo, de con quién lo estés viendo, en qué circunstancias… No es lo mismo verlo en casa que en el cine, por ejemplo. Entonces intentar automatizar esos procesos me parece un poco fuera de lugar: si estás sudando, si te va el corazón rápido, si se te dilata la pupila… Al final es tenerte controlado.

Y una invasión a la privacidad…

Pueden hacer pruebas con gente que vaya allí voluntariamente, pero en tu casa no van a poder ponerte una camarita en el ordenador. Para eso están las pruebas que se hacían antes de los estrenos, para saber qué funciona y qué no funciona, que puede servir para recortar una escena de la que no estabas seguro porque la gente se ha despistado…

Quizás si en algo se puede implementar es en el teatro, que es más dinámico.

Sobre un escenario tú sabes las reacciones de la gente. Sabes si la obra es una mierda, si no funciona, cuando la gente empieza a toser… En el teatro, cuando estás arriba, se nota. No hacen falta maquinitas. Y lo que mola es la sorpresa: que de pronto se rían de cosas que no te esperas cuando has ensayado sin gente. Así vas poco a poco modificando, apretando, jugando… Lo bonito del teatro es que esté vivo, si no lo matas.

Las páginas centrales del número de julio de VivirMadrid, con la entrevista a Armando del Río

El teatro sigue siendo el teatro, pero en otros formatos ha habido una gran revolución en el modelo de producción de series y películas con la llegada de las plataformas de streaming. ¿Hacia dónde crees que se dirige la industria?

De momento, lo que estamos viendo es que es difícil que la gente vuelva al cine. Hay mucha oferta y, si tienes dinero, puedes comprar una buena pantalla y tener unas cuantas plataformas pagándolas al mes. Es un dinerito, aunque individualmente sean baratas. Entonces, al final te da más pereza salir que verlas ahí. Hay películas que no importa tanto verlas en pantalla pequeña, pero otras están hechas para verlas en el cine. En general, todas. Sobre todo, si son buenas y te generan una emoción.

Las plataformas se tendrán que ir adaptando, porque al final es finito el número de suscriptores que puedan tener. Hay algunas que meten mucho dinero en el desarrollo de proyectos y a veces prima la cantidad antes que la calidad, pero es verdad que se está haciendo mucho y eso es bueno para el negocio. A ver hasta dónde llegan.

«Hemos montado una productora para abordar proyectos más grandes»

Hace años que se habla del fin de la radio o del fin de la prensa en papel… ¿Crees que en el cine puede pasar algo similar?

No creo que vaya a desaparecer, pero sí quedará en reductos. La radio hay sitios en los que no tiene competencia: dentro de un coche, no puedes ponerte a ver una película o una serie. Con el papel igual, seguirá, pero siendo más minoritario. Y con el cine también. Al final, los grandes te meten 400 salas para ver “Top Gun” y 70 u 80 para ver una película española. Luego las hay que son buenas —como “Cinco lobitos” o “Alcarrás”— que están funcionando en el top ten. Al final, a la gente le gusta ir al cine a ver cosas buenas.

Se hace mucho producto y no todo puede llegar. Hay un puñado de películas que probablemente tengan menos espectadores de los que se merecen y las hay que se están haciendo directamente para plataforma, con calidad de cine pero para pequeña pantalla. Antes eran tv movies y ahora no sé cómo se llamarían. Habrá que encontrarles un nombre porque para mí no son cine, son películas para plataforma: plata-movies o algo así [risas].

Por otra parte, la piratería parece haber quedado en un segundo plano… ¿Sigue haciendo daño al sector?

No, no sé si seguirá habiendo gente que piratee… pero no son los niveles de antes ni el destrozo que hacía a la industria. Habrá gente que seguirá descargándose películas muy concretas, pero con la oferta que hay se ha democratizado por poco dinero. Antes decías: “no puedo irme con mi chica o los niños a ver una película, pues me la descargo y me ahorro 40 o 50 euros”. Ahora por 8 o 9 euros tienes muchas películas para ver… Se piratea cuando el pirata considera que algo es caro, pero si lo tienes medio regalado…

Portada del número de julio de VivirMadrid

¿Qué proyectos tienes a corto o medio plazo en los que te vayamos a ver?

Por lo menos hasta final de año, seguimos con “Tarántula”. En septiembre, octubre y noviembre estaremos por zonas de Madrid: San Martín de Valdeiglesias, Fuenlabrada…

Tengo una obra de teatro, producida por Cromagnon, que voy a dirigir el año que viene en un buen teatro público. Y también tenemos otra obra de teatro basada en la vida de una actriz de la época de la pre-guerra que era amante de Alfonso XIII.

Además, estoy con tres proyectos de largometrajes en la productora. “Karma” es una historia de reencarnaciones; una historia de amor, odio y venganza a lo largo de mil años de tres almas que van reencarnándose sucesivamente, para la que estamos buscando una productora nacional fuerte. Tenemos ya la co-productora con Francia.

Luego, “La leyenda del hombre lento” está inspirada en un corto que hice en 2005 de un tío que lo hace todo a cámara lenta. Quiero hacer eso en largo. Es una comedia fantástica, muy chula, muy potente y con un personaje que puede ser muy divertido. Y también exasperar a la gente.

Y la otra historia es un biopic llamado “Honorio” sobre un hombre que existió de verdad y vivió en el Sahara, donde se encontró un fenómeno que no entendía muy bien: una máquina que sacaba energía de la atmósfera, del medio ambiente, de las ondas… sin ningún tipo de potencia, sacaba energía. De esta historia ya tengo medio montada la parte de producción. ¡Ah! Y estoy escribiendo un guión sobre una distopía muy chula también…

«‘Tarántula‘ está un buen momento y continuamos, al menos, hasta final de año»

Ahora entiendo por qué me decías que cada vez tienes menos tiempo para tus hobbies…

Es verdad que también me gusta editar. Hemos hecho desde la productora algunos vídeos corporativos para empresas. Los grabo, los edito… me lo monto un poco yo; yo me lo guiso, yo me lo como.

Es lo que tiene que tu hobby sea tu profesión.

Sí, porque así se disfruta.

Te hemos traído un regalo, merecido. Son dos tazas donde puedes leer “Acuérdate de Vivir” y “vivir Cromagnon”…

¡Qué bueno! Siempre vienen bien las tazas, y esta sí que no me la roben en casa… [risas].

Sorprendimos a Armando con una taza personalizada para desearle suerte con su productora, «Cromagnon»

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