
Viena, 27 feb (EFE).- Hace apenas tres meses, Christian Stocker especulaba con una vida tranquila con tiempo para la pesca y para tocar el saxofón. Ahora, este político de 64 años fajado en la política municipal, es el inesperado decimoctavo canciller de la II República austríaca, tras cinco meses de rocambolescas negociaciones.
Tras cinco meses de contactos entre cuatro partidos, conservadores, socialdemócratas y liberales han anunciado este jueves un acuerdo de Gobierno.
Se espera que el nuevo Ejecutivo, con Stocker al frente, tome posesión el próximo lunes.
Stocker, que cumple 65 años el mes que viene, se hizo cargo de forma interina de la dirección del conservador Partido Popular austríaco (ÖVP) a principios del pasado enero, cuando dimitió el entonces jefe de la formación y canciller, Karl Nehammer.
Esa salida se produjo al fracasar las negociaciones que el ÖVP mantenía con los socialdemócratas y con los liberales para formar Gobierno tras las elecciones de septiembre, ganadas por el partido ultranacionalista y de extrema derecha FPÖ.
Aunque el nombre de Stocker se había barajado como ministro de Justicia de un Ejecutivo liderado por Nehammer, él mismo descartó esa opción y se auguró un futuro más tranquilo y con más tiempo para sus aficiones.
Ese plan comenzó a torcerse cuando se rompió la negociación con socialistas y liberales, en parte por la presión de los sectores empresariales, y Nehammer dimitió.
A Stocker, que había participado en esas fallidas negociaciones como secretario general del ÖVP, le tocó una tarea complicada: tratar de cerrar un acuerdo de Gobierno, esta vez con el FPÖ y con su líder, Herbert Kickl, un político con el que tanto Nehammer como él habían descartado cualquier colaboración.
Canciller de rebote
De calificarlo de peligro para la democracia o propagandista del Kremlin, Stocker pasó a sentarse con él en una mesa para negociar un Ejecutivo en el que su partido sería ahora el segundo de a bordo bajo la dirección de un Kickl crecido.
Tras cinco semanas, ese intento fracasó y se volvió al punto de partida: negociaciones entre conservadores, socialdemócratas y liberales que, esta vez sí, han terminado con un acuerdo de Gobierno del que Stocker será el canciller. Con mucho menos tiempo para el jazz y la pesca.
El nuevo jefe del Gobierno de Austria es un doctor en derecho y abogado de profesión que lleva activo en política, siempre en las filas del ÖVP, desde 1990.
La mayor parte de esos 35 años la ha desarrollado en el ámbito municipal.
Ha sido concejal, delegado de Infraestructura, de Educación y de Finanzas, y vicealcalde de Wiener Neustad, la undécima ciudad de Austria por población, unos 48.500 habitantes.
Duro en inmigración
Allí se le recuerda por haber reducido la deuda municipal. Una habilidad que tendrá que multiplicar por mucho para lograr el objetivo de ahorrar hasta 2026 casi 15.000 millones de euros del presupuesto estatal, casi el 3% del PIB del país.
En 2019 ganó un escaño en la Cámara baja del Parlamento de Austria, donde fue presidente de la Comisión de Interior.
Su padre, Franz Stocker, fue muy activo en el movimiento sindical vinculado al Partido Popular, y llegó a ser también diputado.
En septiembre de 2022, Nehammer nombró a Stocker secretario general del ÖVP para dar estabilidad y tranquilidad a un partido que venía de unos años turbulentos con cambios en la dirección, una fracasada coalición con el FPÖ y casos de corrupción.
El veterano político defendió siempre la línea de su jefe, no compartida por todo el partido, de negar cualquier pacto con el FPÖ mientras lo dirigiera Herbert Kickl.
Paralelamente a sus críticas al FPÖ, Stocker compitió con los ultras en el duro mensaje contra la migración, el tema que desde hace años domina el debate político en Austria, mucho más que la delicada situación económica, la agresión rusa a Ucrania, el cambio climático o la igualdad entre hombres y mujeres.
Por ejemplo, el nuevo canciller ha insistido en fortalecer la vigilancia de las fronteras, que sólo se paguen ayudas sociales a quien lleve cinco años viviendo en el país y en reducir las admisiones de asilo y refugio.
En su ideología se encuentran dos de las tradicionales columnas del Partido Popular austríaco: la dimensión socialcristiana y la defensa de la economía de mercado.
Él mismo ha reconocido que negociar con Kickl ha empañado su imagen, y que incluso provocó discusiones en el seno de su familia, pero ha argumentado que Austria necesitaba estabilidad y un Gobierno.
Autoridad e independencia
«Es un pragmático y, como abogado, un táctico», resume a EFE la figura del nuevo canciller el veterano columnista y periodista Hans Raucher.
En un artículo sobre él en el semanario Profil, varias voces aseguran que Stocker entiende la política como un servicio al país, y no sólo a su partido.
Y también señalan que su falta de experiencia en la gestión nacional se compensa con otras fortalezas como la independencia económica y no tener nada que demostrar: tiene una profesión lucrativa y puede jubilarse cuando quiera.
También que ha demostrado tener autoridad dentro de un partido en el que ejercen mucha presión los barones regionales, el lobby de agricultores, la patronal o la poderosa asociación de industriales.
Antonio Sánchez Solís