Banderines negro y luto celeste

Kyle Walker durante el partido de la UEFA Champions League que han jugado Manchester City y Real Madrid en Manchester, Reino Unido. EFE/EPA/PETER POWELL

Mánchester, 17 abr (EFE).- El Manchester City desplegó unas banderas negras en uno de los fondos para simbolizar una carretera, el camino a Wembley de su plantilla, pero las mismas solo hicieron presagio del luto que vivirían después.

Había una ambiente extraño en el Etihad antes del partido. Había un sentimiento común de que no era un partido normal, de que la superioridad del año pasado y el pesimismo de entonces se había evaporado. No había ninguna señal clara de ello, solo pequeños detalles.

El primero de todo, el City renunció a crear la caldera con la que amenazaban en redes sociales. En 2023, ante el partido que les ponía de verdad en el mapa europeo, ante el catorce veces ganador, dieron banderas a cada uno de los 50.000 aficionados celestes. Esta vez no, no había nada, más allá de un tifo difícilmente legible en uno de los fondos y unas banderas negras en el otro, adornadas con un autobús, representante de la plantilla, y una pancarta de fondo que hacía las veces de Wembley.

El City, ante la oportunidad de eliminar al Real Madrid, utilizaba el color del luto. Malo.

También fue extraña la elección de la megafonía. El City renunció a todos sus clásicos. Ni Oasis, ni los Smiths, ni Inspiral Carpets ni Joy Division. Ni siquiera el Blue Moon sonó. Este último, himno no oficial del equipo, no apareció hasta el final de los noventa minutos, cuando los ingleses se vieron superiores ante un Madrid rendido.

Junto a él también emergió, en tres ocasiones, el «Hey Jude» de los Beatles, que los «Sky Blues» cambian en el estribillo por un simple «City». Normalmente y pese a la apropiación cultural que supone quitarle este tema a la banda de Liverpool, por mucho que estos siempre hayan estado despegados del fútbol, no desentona. Sin embargo, con Jude Bellingham sobre el campo, se produjo una extraña comunión entre las dos aficiones, que corearon al mismo tiempo la canción.

El signo final de que algo raro pasaba en el Etihad y que esos banderines negros que simbolizaban una carretera, al final representaron un funeral.

Manuel Sánchez Gómez