Una ruta por la sorprendente comarca de Huelva, territorio de paisajes lunares en el que despuntan minas teñidas de rojo y pueblos de aspecto británico
Las minas de la comarca onubense del Andévalo permite trasladarse a un paisaje que nada tiene que ver con la Andalucía tradicional. El Andévalo está ubicado entre la sierra de Aracena, la Tierra Llana de Huelva y la frontera con Portugal. Está zona está repleta de minas, una actividad que ha dejado como legado museos industriales, barrios de aire victoriano y, sobre todo, unos impresionantes cráteres que parece que descienden del centro de la tierra. Alguna vez se ha ido que la NASA vio en estas tierras el lugar perfecto para la exploración de Marte.
El Andévalo está compuesto por zonas muy pintorescas que dotan de ese inequívoco color rojo todas sus zonas, algunas de ellas son:
Riotinto
El recorrido comienza en las minas de Riotinto, un nombre que viene del color rojo de su río, debido a la reacción de las aguas ácidas con los minerales de hierro del terreno. Esta localidad al sur de la sierra de Aracena de 4.000 habitantes (el triple hace un siglo) es la cabecera de la cuenca minera de Huelva, cuyos yacimientos fueron explotados desde antes de los tartesios por todas las culturas peninsulares. Una buena manera de visitar el conjunto es a bordo del Ferrocarril Minero, un convoy del siglo XIX que unía las minas con el puerto de Huelva, y que ahora hace un recorrido de 22 kilómetros por toda la zona. En vagones de madera reconstruidos a partir de los planos originales, y con locomotoras que son joyas del patrimonio ferroviario mundial
Desde Riotinto merece la pena desviarse hacia Nerva, a unos cinco kilómetros. Su ayuntamiento, con su torre del reloj, es uno de los mejores edificios de la época inglesa, y muy cerca, otro centro de arte contemporáneo: el Museo Daniel Vázquez Díaz, con una colección de obras del padre del cubismo español.
Valverde del Camino
Es una zona muy conocida por los artesanos del cuero, que fabrican botas camperas que se venden en todo el mundo. Por ello, lo que nadie se pierde en la visita de Valverde es recorrer las tiendas de artesanía que venden sus botas y otros productos de cuero a buenos precios. Hay muchas tiendas por todo el pueblo, y magníficos artesanos. Y los aficionados a la bicicleta pueden bajar desde Valverde hasta San Juan del Puerto por la vía verde de los Molinos de Agua, que sigue durante 36 kilómetros el antiguo trazado del ferrocarril minero entre densos pinares, dehesas y bosques de encinas.
El Cerro de Andévalo
La última parada es El Cerro de Andévalo, un pueblo con algo menos de 2.500 habitantes. Es una zona que fue construida en torno a la iglesia de Santa María de Gracia, un templo modificado varias veces a lo largo de su historia y que luce una armoniosa mezcla de elementos manieristas y barrocos. En este pueblo merece especial atención las tradiciones, como la romería de San Benito Abad, al cual está consagrada una gran y particular ermita a unos 20 kilómetros del pueblo.