
Algeciras (Cádiz), 31 ene (EFE).- Cinco años después de la entrada en vigor del Brexit, la cuestión del encaje de Gibraltar sigue en el aire, es el último escollo del proceso y hasta hay quien le ha puesto un nombre propio: el «Gibrexit».
«Por supuesto, queda aún una pieza clave para rematar en el encaje de Reino Unido tras su salida de la UE y es la relativa a Gibraltar. No será posible una normalización completa hasta que se haya alcanzado este acuerdo», dicen a EFE fuentes del Ministerio español de Asuntos Exteriores.
Donde más se votó en contra de la separación de la UE
La peculiar situación de la que se considera la última colonia europea, un Peñón con una importe situación estratégica, en el paso entre el Mediterráneo y el Atlántico, y entre África y Europa, que España cedió a Reino Unido en el Tratado de Utrecht en 1713, ha convertido a Gibraltar en una las piezas más difíciles de resolver, dentro del ya de por si complicado Brexit.
Gibraltar fue el lugar en el que la opción de separarse de la UE en el referéndum de 2016 obtuvo menos votos. Un 95,9 % de los votantes votaron en contra.
Y no es de extrañar en un lugar de apenas 6,8 kilómetros cuadrados, gran parte de ellos una montaña rocosa rodeada de agua, en la que viven unas 34.000 personas para las que salir a territorio español, de compras, de paseo o a sus segundas viviendas, se ha convertido en algo tan rutinario como lo es para los más de 15.000 trabajadores transfronterizos (unos 10.000 de ellos españoles) que cada día atraviesan la Verja en sentido contrario para ir a sus empleos.
Desde que hace casi dos años, en febrero de 2023, se llegara a un acuerdo sobre Irlanda del Norte, la cuestión de Gibraltar ha quedado como la última cuestión sin resolver.
Un plan para que la Verja desaparezca
Y eso que hace ya más de cuatro años que las partes, la UE, Reino Unido, España y Gibraltar llegaron al «Acuerdo de Nochevieja» de 2020, un día antes de que finalizara el periodo transitorio de la retirada de Reino Unido de la UE.
En aquel acuerdo, que aún no ha llegado a cerrarse, se encontró una solución alentadora para quienes temen que el que es considerado uno de los pasos fronterizos más pequeños del mundo se convierta en una frontera dura, en una zona en la que a uno y otro lado aún muchos mayores recuerdan cuando, por orden del dictador Franco, esa Verja estuvo cerrada durante 13 años entre 1969 y 1982.
El acuerdo establece que Gibraltar formará parte del Espacio Schengen al amparo de España, pues el Reino Unido no pertenece a esta alianza de libre de circulación de personas. Con esa fórmula, la Verja desaparecería y las fronteras estarían en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar.
«Seguimos apostando por un acuerdo generoso y respetuoso con las posiciones de cada una de las partes para crear una zona de prosperidad compartida en el Campo de Gibraltar que beneficie a los 300.000 andaluces que viven allí, basada en el libre movimiento de personas y mercancías dentro del marco Schengen.
Hemos puesto encima de la mesa, junto con la Comisión Europea, un texto ambicioso y percibimos buena voluntad por parte del actual gobierno británico para alcanzar el acuerdo, aunque nada estará acordado hasta que todo este acordado», insisten las fuentes del Ministerio de Exteriores.
Las negociaciones han sobrevivido a elecciones, y en algunos casos cambios de Gobierno, en las cuatro patas del tablero, sin que hayan trascendido cuáles son las cuestiones que impiden cerrar el acuerdo.
Solo a un 0,1% del acuerdo
El 19 de septiembre se celebró la última de las tres cumbres de alto nivel, entre los ministros de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, y el Reino Unido, David Lammy, y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, y el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, y, como las anteriores, acabó con un mensaje público de que habían logrado «nuevos avances».
En una entrevista con EFE el pasado diciembre, el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, aseguró que se equivocan quienes dicen que el problema es que Gibraltar rechaza ver «botas» de agentes españoles en las fronteras de Schengen que se ubicarían en el puerto y el aeropuerto del Peñón y que, de acuerdo a los usos de este espacio, estarían vigiladas por agentes de Frontex y de la policía española.
«Sé que muchos periodistas y muchos comentaristas se concentran en eso y están convencidos de que ese es el tema. No lo es», aseguró, mientras explicaba que se siguen buscando soluciones técnicas y políticas y que se estaba «al 0,1% de llegar» a un acuerdo. «Esta última milla es la parte más difícil», apuntó.
Cinco años después de que el Brexit entrara en vigor, en Gibraltar, pese a la incertidumbre de si los negociadores podrán o no recorrer esa «última milla», la situación se vive con un status quo en la Verja que hace posible que los ciudadanos de uno y otro lado sean los únicos que pueden entrar y salir de la Unión Europea sin que se les pida el pasaporte. Una situación que podría cambiar si entran en vigor los nuevos sistemas de control de fronteras Schengen.

