Alfredo Valenzuela
Sevilla, 7 may (EFE).- Autor de cuatro libros, Javier Mije ha construido ahora un -en apariencia- pequeño artefacto literario, «Curso elemental de misantropía» (La Uña Rota), repleto de chispazos de ingenio y de cargas de profundidad contra la corrección política, que parece llamado a figurar entre los más originales de la temporada.
«A quien eyacula Dios le ayuda» es el pensamiento que ocupa uno de los epígrafes de este libro de apenas 140 páginas, de un tamaño que cabe en bolsillo de la camisa y que no sólo se compone de aforismos y ocurrencias rápidas como latigazos, sino también de breves reflexiones y narraciones, la más extensa de las cuales no alcanza media docena de páginas.
«Ya solo con azafatas. Por las mañanas se van volando», es todo lo que contiene el epígrafe titulado «Elipsis del desayuno», según lo concibe este teórico de la misantropía que no sólo se atreve a sugerir un epitafio para el misántropo -«Apártense de mi vista»- sino también un epitafio de el pesimista -«Lo sabía»-.
Mije también se ocupa de las plataformas digitales: «Secuelas, precuelas. Todo por si cuela»; de las redes sociales: «Y aupada en un pájaro azul la estupidez echó a volar fuera de su tradicional recinto privado», y de su pasión por el fútbol: «Gol. Unidad mínima de felicidad. Antes lo fueron el pan y la sal. Lo fue el amor. El punto G. El punto de penalti».
Desde su misantropía, Mije define también conceptos elevados como el amor -«El amor es compartir la misma incomprensión» y la amistad -«Uso elegante del otro»- y se acerca a los textos bíblicos en «Génesis»: «Y el séptimo día, para gozar plenamente de su obra, creó la carcajada».
Lo de Mije con la incorrección política no se debe a una opción, sino a un convencimiento, el de que el escritor «debe asumir la responsabilidad de decir lo que siente», algo que dice asumir «con gusto» y quitándole importancia al asunto: «Hasta el momento no me ha pasado nada malo», ha dicho a EFE.
«Vivimos en una sociedad del miedo, se vive con miedo a ofender con cada palabra que se pronuncia; hablar es ahora como pisar un charco, y eso es algo que noto en cualquier acto público en el que participo; los poderosos tienden a defenderse… para empezar cerrándote puertas, premios, becas, conferencias…», ha señalado el autor.
«Si uno se levanta con su palabra contra el poder puede tener consecuencias, aunque no me he sentido atacado por nadie», ha añadido para explicarlo diciendo que su libro es apenas «un suspiro» contra ese orden de cosas, «solo un pequeño libro en una pequeña editorial».
Aunque cultiva la novela, Mije ha optado por la brevedad en «Curso elemental de misantropía» en busca de la «contundencia del mensaje, como si se tratara de un golpe en la mesa, tratando de que tuviera la fuerza de una foto o de una imagen; además de que cuando se depura el lenguaje el mensaje cobra fuerza».
Mije vive en un pueblo de Sevilla, Villa Nueva del Río y Minas, donde, tras años de residencia en las ciudades de Sevilla y Granada, acabó no por misantropía sino, como comenta con humor amargo, «por el precio abusivo, intolerable y cruel de los alquileres».
Para despedirse, el autor recurre a uno de los epígrafes de su libro, el titulado «Cállate, idiota», que dice así: «-Se publica demasiado, ya no hay filtros -dijo el escritor mientras se dejaba fotografiar con su último libro bajo el brazo».