
Kinsasa, 17 ene (EFE).- El presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Félix Tshisekedi, se reunió este domingo con el senador estadounidense Ronny Jackson, quien viajó a la capital congoleña, Kinsasa, como enviado especial del presidente de EE.UU., Donald Trump, para abordar el conflicto del este del país y la necesidad de «eliminar» los obstáculos para la paz.
«El principal punto del orden del día fue la crisis humanitaria y de seguridad en el este de la RDC, marcada por la presencia de tropas ruandesas que apoyan a los terroristas del M23 (Movimiento 23 de Marzo)», informó la Presidencia congoleña en la red social X a última hora del domingo.
Según la Presidencia, Jackson trasladó a Tshisekedi que EE.UU. trabajará para «garantizar que todos los obstáculos a la paz son eliminados para que la paz pueda regresar a la RDC».
«La soberanía y la integridad territorial de la RDC deben ser respetadas por todos», dijo el senador norteamericano.
Asimismo, Jackson trasladó al mandatario congoleño que Trump quiere que las inversiones estadounidenses «aterricen en una tierra donde reine la paz».
«Queremos trabajar para que las empresas estadounidenses puedan venir a invertir y trabajar en la RDC. Y para ello, tenemos que asegurarnos de que haya un entorno pacífico», insistió, según la Presidencia congoleña, el enviado especial.
Está previsto que el Gobierno de la RDC se reúna este martes con el grupo rebelde M23 en Luanda, la capital de Angola, que actúa como mediador en el conflicto, para iniciar negociaciones directas de paz.
«Recibimos la invitación del mediador (el presidente angoleño, João Lourenço) e iremos a escucharlo. Una delegación congoleña viajará el martes a Luanda por iniciativa de la mediación», dijo este domingo Tina Salama, la portavoz de Tshisekedi, en un breve mensaje enviado a EFE.
Hasta la fecha, el Gobierno congoleño se había opuesto a participar en las conversaciones de paz que incluyeran a los rebeldes, pese a la presión internacional a favor.
Salama confirmó la participación de su país después de que el presidente Lourenço pidiera el sábado el inicio de un alto el fuego entre las partes a partir de este domingo para facilitar las conversaciones.
Sin embargo, el M23 acusó en X al Gobierno congoleño de querer «torpedear» el diálogo, al asegurar que las fuerzas gubernamentales habían bombardeado «indiscriminadamente zonas densamente pobladas» y atacado posiciones de los rebeldes durante los últimos días.
El M23, que cuenta con apoyo de Ruanda -según la ONU y países como EE.UU., Alemania y Francia-, controla las capitales de las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur, fronterizas con Ruanda y ricas en minerales como el oro o el coltán, fundamentales para la industria tecnológica y en la fabricación de teléfonos móviles.
El número de muertos por el conflicto en la capital de Kivu del Norte, Goma y alrededores superó los 8.500 desde el pasado enero, según detalló a finales de febrero el ministro congoleño de Salud Pública, Samuel Roger Kamba.
En esa provincia se reanudó la actividad armada del M23 -grupo formado principalmente por tutsis que sufrieron el genocidio ruandés de 1994- en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra el Ejército congoleño.
Desde entonces, ha avanzado por varios frentes, lo que ha elevado los temores a una posible guerra regional.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).