Los Hermanos Toronjo y ‘Qué bonito el Rocío’: el inicio del legado de las sevillanas

En la actualidad, este palo flamenco es uno de los más representativos de la cultura andaluza gracias a su diversidad y riqueza cultural.

Las sevillanas han ido desarrollándose a lo largo de los años para ser la principal vía de canto a todo lo relacionado con la idiosincrasia andaluza. Aunque durante por estas fechas recobran especial relevancia las dedicadas a las Ferias y Fiestas de Andalucía, no pueden pasarse por alto todas esas sevillanas que han surgido como homenaje a una ciudad determinada o a Andalucía, en torno a la Semana Santa o a romerías de fama internacional como las de La Cabeza en Jaén o la del Rocío en Huelva.

Las sevillanas de feria se caracterizan por ser las más famosas de todas. ¿Quién no ha tarareado alguna vez el clásico ‘Vámonos pa’ la feria’ que en su día popularizara El Pali? No solo por su ritmo o sus letras, las sevillanas de feria han sido las más extendidas por lo que representan para el pueblo andaluz: la llegada de la primavera y del buen tiempo, los buenos ratos en familia y los amigos o la celebración de este tipo de festividades a lo largo y ancho de Andalucía. Precisamente, esto último es algo que no ocurre, por ejemplo, en el caso de las sevillanas rocieras, las cuales tienen más popularidad en las provincias de Huelva y Sevilla, y no tanto en otras como Málaga o Almería. Junto a las sevillanas de feria, conviven las rumbas y, en menor medida, otros palos del flamenco. En esta categoría han destacado solistas como el ya nombrado Francisco Palacios Ortega, ‘El Pali’, José Manuel, ‘El Mani’, o grupos como Amigos de Gines.

Las sevillanas rocieras son unas composiciones que tienen su origen en la Romería de la Virgen del Rocío. ‘Sueña la margarita’, ‘La Historia de una amapola’, o ‘Lloran los pinos del coto’, forman parte de esta especialidad de sevillanas cuyos máximos representantes, podrían ser Los Marismeños o Los Romeros de la Puebla. Las sevillanas rocieras suelen ser la principal manifestación de los peregrinos cuando se dirigen a la Aldea del Rocío. Un tipo de cante, que suele compaginarse también con los míticos fandangos de Huelva.

La Virgen de la Esperanza Macarena sobre el altar de la basílica que lleva su nombre.

En el caso de la Semana Santa, se han escrito multitud de sevillanas que despiertan los sentimientos de los devotos y no tan devotos de las imágenes más famosas que recorren las calles de Andalucía cuando llega la primavera. Junto a las de feria y a las rocieras, esta modalidad de sevillanas es una de las más extendidas. Las denominadas ‘sevillanas cofrades’ se han convertido en la alternativa a la saeta y en ellas destaca ese compás lento y pausado que las hacen muy especiales. En ellas, destacan grupos como Los del Guadalquivir, Cantores de Híspalis, Ecos del Rocío o Los Romeros de la Puebla. De hecho, Pascual González, el principal compositor de las letras del grupo Cantores de Híspalis, ha sido galardonado recientemente con el premio Semana Santa de Sevilla de la Música. Entre las imágenes que más se repiten en este tipo de sevillanas, encontramos a la Esperanza Macarena, la Esperanza de Triana, el Gran Poder, el Cachorro o el Cautivo de Málaga.

También es bastante interesante nombrar el papel del recitado que se ha incluido en algunas sevillanas cofrades con el paso de los años, y que hacen de este tipo de música todo un símbolo del folclore andaluz.

La Catedral de Cádiz es uno de los monumentos que más se nombran cuando se le canta a la ‘Tacita de Plata’.

Por otro lado, destacan las sevillanas regionalistas, que van dedicadas a Andalucía, como sucede en ‘8 ventanas’ de los Marismeños; a España, como ocurre en ‘Tócala, tócala’ de los Cantores de Híspalis; o a alguna ciudad o lugar en concreto, como por ejemplo sucede en ‘A Córdoba’, la sevillana de los Cantores. Para el caso de Sevilla, es tan grande el número de sevillanas que se han escrito, que la ciudad cuenta con una tipología donde se recogen todas ellas: ‘Sevillanas a Sevilla’. En ella se incluyen sevillanas como ‘Que también es de Sevilla’, ‘Cielo de amor’ o ‘Las dos orillas’, y destacan autores como María del Monte o Rafael del Estad. 

Finalmente, cabría destacar las populares sevillanas corraleras de Lebrija. Bastante pegadizas, se cantaban y bailaban en sus orígenes en los corrales de vecinos de Sevilla y de sus pueblos. En esta modalidad destacan composiciones como ‘La están bailando’ o ‘Viva Sevilla’. De esta última, se hizo popular una versión de Rocío Jurado en la famosa película de Carlos Saura y en la que aparece cantando otros temas como ‘Mi novio es cartujano’ o ‘Lo tiré al pozo’.

Pero, ¿De qué trataban las primeras sevillanas que se grabaron y quienes fueron sus representantes?

Los primeros discos que se grabaron de este palo flamenco pertenecen a Paco y Pepe Toronjo, dos hermanos naturales de Alosno (Huelva) y que fueron pioneros en el cante allá por los años cincuenta del pasado siglo XX. Popularizaron las famosas ‘Sevillanas bíblicas’ que contenían moralejas y pasajes famosos de la Biblia. Pasados unos años, se decantaron también por cantarle al Rocío y crear composiciones emblemáticas como ‘Qué Bonito el Rocío’. Esta es una de las sevillanas más antiguas que se han escrito y sembraron la semilla de lo que son hoy en día.

El Puente de Isabel II, más conocido como «Puente de Triana».

Pero la auténtica revolución llegaría unos años más tarde, de la mano de los Hermanos Reyes, que modernizaron el baile y la musicalidad de las sevillanas siendo pioneros también en ser los primeros en cantarles al amor, a Sevilla, sus monumentos y sus fiestas. Las míticas ‘Sevillanas de Triana’, más conocidas como ‘Cuando paso por el Puente Triana’ y versionadas por muchos grupos y artistas, fue interpretada por primera vez por los Hermanos Reyes. A modo de curiosidad, la letra original de esta famosa sevillana hablaba en segunda persona y no como estamos acostumbrados a escucharla actualmente en primera.

Los Hermanos Reyes también interpretaron una de las primeras sevillanas dedicadas a la feria, concretamente a la Feria de Sevilla, cuando esta todavía se ubicaba en el Prado de San Sebastián titulada ‘A la Feria de Sevilla’. 

Sin duda, las sevillanas constituyen uno de los mayores legados andaluces y consiguen traspasar las fronteras nacionales y llegar a países tan lejanos como Japón, donde está surgiendo una nueva especialidad de este palo flamenco cantado en japonés. Aunque ya disfrutaran de una época dorada durante las últimas décadas del siglo XX, podría decirse que las sevillanas han renacido y lo han hecho para siempre.