Marina Estévez Torreblanca
Madrid, 16 ene (EFE).- La escultora colombiana Feliza Bursztyn poseía una «alegría explosiva» que deslumbraba a Gabriel García Márquez y al resto de sus amigos, pero acabó muerta «por tristeza», un misterio que el escritor Juan Gabriel Vásquez desentraña ahora en la novela 'Los nombres de Feliza', de la que ha hablado con EFE.
«Todo mi reto era tratar de conocer a Feliza Bursztyn, un personaje real, como se conoce un personaje de ficción, es decir, por completo, por dentro, lo que le pasaba en la cabeza, en las emociones, en eso que, a falta de mejor palabra, llamamos el alma», ha explicado Vásquez (Bogotá, 1973) en una entrevista en Madrid, la ciudad en la que pronto vivirá.
La novela, que publica Alfaguara este jueves en España, tiene como germen una columna que escribió el nobel de Literatura colombiano pocos días después de asistir al desplome repentino e inesperado de Bursztyn en un encuentro junto a sus parejas y otros amigos, recién comenzado 1982, a los 48 años.
«La escultora colombiana Feliza Bursztyn, exilada en Francia, se murió de tristeza a las 10,15 del pasado 8 de enero en un restaurante de París», dejó escrito García Márquez. Una frase que llevaba obsesionando a Vásquez, autor de 'El ruido de las cosas al caer', desde hace 27 años.
Ha trasladado esta intriga al lector a través de la construcción de una novela que desde su inicio cuenta la muerte de esta artista excepcional nacida en Bogotá en 1933. «Quería que el lector lo supiera desde la primera página y que, sin embargo, se interesara en saber cómo ocurrió», es decir, lo que a él mismo descubrió en la investigación histórica, política y personal que emprendió para entenderlo.
Lo que describe es a una mujer «que siempre estuvo tratando de vivir en sus propios términos». Parte de la burguesía colombiana, nunca se plegó a sus mandamientos; se movía en círculos revolucionarios y de izquierda, pero nunca admitió las invitaciones que le hacían para pertenecer al partido.
«Fue una mujer tremendamente libre, y eso siempre viene con riesgos y siempre se paga un precio», destaca Vásquez.
En la novela conviven tres situaciones principales, que van revelando sus significados: primero, el París del presente, donde el escritor recorre los pasos de Feliza, sus espacios. Segundo, el último día de la vida de la escultora. Y tercero, los episodios importantes de «esa vida que fue una lucha por construirse a sí misma».
'Los nombres de Feliza' como metáfora de búsqueda
Los «malentendidos constantes» con la grafía del apellido Bursztyn, mal escrito hasta en su lápida, o la decisión de Felicia de cambiar su nombre a Feliza durante la adolescencia, sirven de metáfora para explicar a «una persona con un lugar muy inestable en su propia vida, en la sociedad colombiana, y en el mundo del arte».
Casada muy joven, su marido estadounidense trata de alejarla del ambiente artístico bogotano, y al no conseguirlo se marcha a EE.UU con las tres hijas de ambos, algo que a ella le proporciona un espacio de libertad, aunque a un alto precio.
«Fui descubriendo que el diagnóstico -de la tristeza- no pertenece al momento de su muerte, es una es una acumulación de hechos a lo largo de su vida, un constante enfrentamiento contra pequeñas o grandes tragedias: el alejamiento de sus hijas, la muerte de la gente que más quería, los ataques de un sistema conservador y reaccionario en el arte, la vida, la sociedad», describe el autor.
Obstáculos que fueron minando la alegría de esta mujer «obstinadamente colombiana», que buscó toda su vida un espacio físico en el que asentarse -la antigua fábrica de sus padres, que transforma en vivienda y taller para sus esculturas enormes y metálicas- del que al final también es expulsada cuando la echan del país tras una dramática y absurda detención.
«Es algo que siempre me ha interesado. Todos mis libros, en algún sentido, tratan de iluminar ese espacio donde la historia privada se ve de repente arrollada por la historia pública que llamamos política, que llamamos historia», remarca este escritor, que en un libro anterior, 'Volver la vista atrás', narraba la historia de la familia del cineasta Sergio Cabrera, que recorre el siglo XX y tres continentes.
El resultado es una obra que «dice la verdad sobre Feliza», en opinión de su última pareja, Pablo Leyva, uno de los personajes más relevantes en la novela y principal fuente de información. «Eso es lo más importante para mí», dice Vásquez, que opina que «si el lector siente que eso que el libro cuenta es verdad, es la prueba del éxito», y es lo que él espera haber hecho.