Los paseos arbolados de los Sotos Históricos de Aranjuez

Aranjuez fue declarado Real Sitio en 1560 por Felipe II. Está atravesado por el río Tajo y el Jarama, y fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2001. Acercarse a esta villa merece la pena, tiene un palacio real que alberga un interesante museo, y los jardines son muy extensos, y maravillosamente cuidados.

Lo que proponemos en este número, es un agradable paseo por los sotos históricos de la ciudad de Aranjuez, poblados de plátanos de sombra, álamos y chopos. El itinerario, de 8,100 km, arranca en la glorieta de Santiago Rusiñol y, tras pasar por los frondosos paseos arbolados y llegar a orillas del río Tajo, regresa al punto de inicio, donde está la puerta del Jardín del Parterre, con el Palacio Real al fondo.

En la glorieta de Santiago Rusiñol, de espaldas al Palacio Real y al Jardín del Parterre, arranca el itinerario por los paseos arbolados. Fue Carlos I quien comenzó a agregar sotos y dehesas para agrandar sus posesiones en la ciudad. Posteriormente, Felipe II realizó una ordenación paisajística que se conserva en la actualidad y que consistió en transformar en paseos arbolados los caminos que ya existían para ir a Madrid, Toledo y Sotomayor.

Al comenzar, se recorre la calle de la Reina, en paralelo  a la valla de los Jardines del Príncipe. Esta vía comenzó a construirse  durante el reinado de Felipe II.

La ruta continúa por otro de los paseos más representativos  de los sotos: la calle de San Isidro, de 1772, lleva hasta el Real Cortijo de San Isidro, del que toma el nombre; la calle de la Princesa y el camino de Colmenar que data de 1770,  trazado, sobre una de las vías pecuarias que cruzan la Comunidad de Madrid.

Su histórica vinculación con la realeza ha hecho de Aranjuez, un lugar señorial que se ganó el título de Real Sitio durante el reinado de los Reyes Católicos y que, siglos después, recibió el de Villa. De sublime arquitectura e incomparables jardines ha sido declarada Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aranjuez fue, además, escenario de un levantamiento popular ocurrido en 1808 y que ha dado lugar a la celebración, el primer fin de semana de septiembre, del Motín de Aranjuez. En esta fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional, los vecinos recrean los sucesos más relevantes de aquel acontecimiento

El Palacio Real de Aranjuez se erige majestuoso junto al Tajo. Lugar de recreo de los reyes, es de estilo herreriano y tiene una fachada blanca y roja inconfundible. Fue mandado construir por Felipe II y las obras las iniciaron Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. Sin embargo, no se terminó hasta el reinado de Fernando VI y, en tiempos de Carlos III, se añadieron dos alas laterales y la capilla pública. Del interior destacan la lujosa decoración, el  Salón de Porcelana, el Salón de Espejos y el Museo de la Vida en Palacio

El casco antiguo, declarado Área Histórico-Artística, es otro de los encantos de Aranjuez. Se trata de una bella muestra de urbanismo barroco con corralas, palacetes, conventos, iglesias, plazas… Resulta especialmente encantadora la Plaza de San Antonio, a la que dan la Casa de los Oficios y la Casa de Infantes, unidas por la Iglesia de San Antonio.

Su gastronomía está basada en la carne de caza y en los exquisitos productos de sus huertas. Si bien, las que han conseguido la fama son las fresas, que dieron nombre a la segunda línea de ferrocarril española que inauguró la reina Isabel II el 8 de febrero de 1851 y que unió Madrid y Aranjuez. En la actualidad, el Tren de la Fresa es una réplica exacta de los convoyes de madera de antaño, en el que, durante el trayecto, se recrean los viajes del siglo XIX. Las azafatas, vestidas con trajes de la época, obsequian a los pasajeros con fresones.