Una eternidad sin los versos de Góngora

Una eternidad sin los versos de Góngora

El 23 de mayo de 1627, uno de los principales poetas de la literatura española, Góngora, falleció en la ciudad de Córdoba. El escritor nació en 1561 y se formó en la Universidad de Salamanca, donde no se sabe con seguridad si finalizó sus estudios.

Sin embargo, la poesía de Góngora no fue similar durante toda su carrera. Entre sus poemas mayores y menores se encuentran desde romances, es el caso de Angélica y Medoro; hasta liricas y sátiras. Aunque si un romance destaca en la obra del autor es la Fábula de Píramo y Tisbe. Un poema escrito en 1618, fecha muy cercana a su muerte.

Su vida

Góngora era hijo de un juez cuyos bienes fueron confiscados por el Santo Oficio de Córdoba: su posición económica era buena, por lo que pudo adquirir una buena educación. En Granada, tras estudiar en Salamanca, se ordenó sacerdote en 1585 y ocupó el cargo de racionero de la catedral de Granada.

Desde 1589, el poeta viajó por toda Andalucía y más allá como a Castilla y Navarra. Es en estos viajes cuando compone muchos de sus romances, sátiras y líricas. Ya en fechas tempranas a su muerte, el propio Felipe III le nombró capellán en 1617. Un cargo que preservó hasta 1626, cuando tuvo que volver a Córdoba tras perder la memoria.

Sus críticos

Pese a su fama y su éxito en la literatura, otros poetas y escritores de la época no lo vieron con los buenos ojos con los que el presente estudia a Góngora. Francisco de Quevedo, otro de los grandes de la literatura española, dedicó algunas palabras críticas a Góngora. De hecho, uno de los poemas más famosos de Quevedo, llegaba a faltar al respeto a Góngora a consecuencia de su nariz.