El Museo del Prado ha recibido la donación de la obra temprana de Goya «Aníbal vencedor», adquirida por parte de la Fundación de Amigos de la pinacoteca, ha anunciado este miércoles su director, Miguel Falomir
El Museo del Prado ha recibido la donación de la obra temprana de Goya «Aníbal vencedor», adquirida por parte de la Fundación de Amigos de la pinacoteca, ha anunciado este miércoles su director, Miguel Falomir.
«Hoy es un día extraordinariamente feliz para el museo, este cuadro de «Aníbal vencedor» viendo Italia desde los Alpes se incorpora a la colección permanente del museo y lo hace una vez más gracias a la generosidad de la Fundación de Amigos del Museo del Prado», explica en una publicación en Instagram.
Hasta ahora la obra pertenecía a la Fundación Selgas-Fagalde, que en el año 2011 la había prestado al Prado. Este cuadro venía a completar una de las escasas lagunas cronológicas de la colección del museo y, fechada en 1771, se convirtió en la primera obra autentificada de Goya que se exhibía en el Prado.
La obra, comprada como una pintura italiana sin autoría por el fundador de la Fundación Selgas-Fagalde de Asturias a mediados del siglo XIX en Madrid, fue autentificada por el Museo del Prado en 1994 y, un año después, participó en una de las exposiciones programadas con motivo del 175 aniversario de la pinacoteca.
El pintor aragonés se presentó con esta obra al concurso convocado por la Academia de Parma en 1771. Aunque se llevó una mención, el genio español no ganó el concurso. Según los estudios, pudieron ser razones políticas o, quizá, que los colores no se adecuaban a los utilizados en el momento.
Aunque Goya se ajustó a las normas que esta institución dictó que debían tener las pinturas presentadas, se saltó algunos detalles. El pintor colocó a Aníbal en primer plano, concediéndole todo el protagonismo, a pesar de que las bases indicaban que el genio de majestuosas alas debía ir delante del héroe, dándole la mano.
«A Goya le interesaba mostrar a Aníbal cuando acaba de pasar los Alpes y se enfrenta a atravesar el río Po, representado iconográficamente por una figura masculina con cabeza de toro o de búfalo», comentaba en 2011 la jefa de conservación del siglo XVIII y Goya, Manuela Mena, para quien uno de los aspectos interesantes de la pintura es la expresión del héroe.
«Su fortaleza casi recuerda la figura de Hércules con toda su potencia y su anticlasicismo. No sabemos si va para delante o para atrás pero mira con ilusión, aunque al mismo tiempo tiene miedo», señaló la conservadora y destacó que los ojos de Aníbal evocan los del soldado protagonista de «Los fusilamientos del tres de mayo».
Otro detalle interesante de la obra es la forma de interpretar al ejército, «que aparece cansado después de atravesar los Alpes. Goya usa tonos azulados y grisáceos para expresar este cansancio».
Goya realizó cambios respecto al boceto preparatorio, en el que aparecía un caballo derrengado que apenas se sostenía, y pintó un caballo «que va a seguir adelante».
Algunos de los elementos compositivos que aparecen en esta obra se mantendrían a lo largo de la trayectoria del artista, «como elevar de forma sutil la figura del héroe, representando el resto de las figuras con menores dimensiones», destacó Manuela Mena, quien consideró que Goya demuestra su estudio de la Antigüedad en la representación del casco y las ataduras de Aníbal.
Otro elemento importante «que contradice las afirmaciones de algunos de que Goya no sabía pintar manos, es la perfección del dibujo de estas», según la conservadora. «Todo está perfectamente estudiado en esta obra, fundamental para la colección del museo. Este es Goya recogiendo la sabiduría de los que admiraba».
Fuente: © EFE 2021